Bibliometro #82. Hemos llegado hasta la momentánea última entrega de las novelas protagonizadas por nuestra gran y querida Holly Gibney, en este caso con un libro que lleva su propio nombre. En un par de meses sale la más nueva novela de Stephen King y ya se sabe que también estará protagonizada por Holly Gibney, incluso llegué a leer que la veremos no sólo como investigadora sino que como guardaespaldas, así que parece que las cosas se vienen intensas para ella. E intensas lo fueron en este libro, por Dios santo, pero ya hablaremos de ello.
![Holly, de Stephen King Holly, de Stephen King](https://m1.paperblog.com/i/923/9233074/holly-stephen-king-L-ensr62.jpeg)
Primero que todo hay que apreciar la portada de este libro. Aunque está un poco gastada (apenas se distingue el nombre del autor y el título de la novela), sigue teniendo una calidad gráfica deliciosa. Antes de ponerme a leerlo, me quedé absorto admirando los detalles en los trazos, en el color, en la composición misma de la imagen: esa casa, los materiales de las paredes, de los techos, del sendero, del césped, las cortinas, las sombras, las luces, la temperatura de color, ese cielo intensamente crepuscular, la noche y las estrellas arriba... Una belleza de portada, qué quieren que les diga.
Entrando en la novela en sí, qué se puede decir. Presenta la incuestionable solvencia propia de Stephen King, con esa prosa correcta y en cierta forma didáctica (aún en los momentos más escabrosos), lejos de la complejidad de antaño pero al menos, en comparación, mucho más sustanciosa que otras obras menores y recientes como Billy Summers o Después, en donde da la impresión que King casi escribe en piloto automático. Como podrán imaginar, Holly nos cuenta otro de los casos que la protagonista homónima debe resolver, en esta ocasión tiene que ver con una muchacha desaparecida cuya madre la busca desesperadamente, mientras, corriendo en paralelo, King nos narra las fechorías de una pareja de ancianos, profesores universitarios, que se dedican a secuestrar personas con fines que luego se irán revelando (el primer capítulo es uno de esos secuestros, así que calma, maníacos de los spoilers). Entre medio veremos las subtramas propias de Jerome Robinson, uno de los Watsons originales del inspector retirado Bill Hodges, que sigue escribiendo su libro histórico sobre la figura de su abuelo mafioso, y su hermana Barbara Robinson, ya más crecida y que a lo largo de las historias de Holly Gibney se ha ido ganando su espacio, que ahora la vemos desarrollando su talento para la poesía de la mano de una legendaria poeta estadounidense que le ayuda a pulir sus habilidades. A diferencia de la narración más acelerada y centrada casi exclusivamente en la acción y descripción de acontecimientos, Holly acierta al prestar bastante atención a la construcción de personajes, ya sea de los nuevos como de los ya conocidos, además de situarnos en un mundo que, no por ser escenario de ciertos hechos y criaturas sobrenaturales, no deja de ser el mundo de nosotros, con covid y todo eso, lo que ayuda a perfilar de manera coherente la evolución personal de cada personaje. Porque no es sólo la trama en sí lo que va avanzando con cada página, también es el mundo interno y externo de cada quien, con sus propias complicaciones y expectativas. Por ejemplo Holly Gibney seguirá con su proceso de sanación y recuperación producto de los traumas causados en su niñez, adolescencia y adultez por culpa de su controladora madre, intentando ser una persona más sociable, resuelta, segura, habilidades esenciales para su oficio, el cual ahora lleva a cabo, virtual y esencialmente, sola, ya sin la ayuda de su mentor y protector ni de sus ayudantes ocasionales, embarcados en sus propios caminos vitales, lo cual sin duda la forzará y ayudará a encontrar la mejor versión de sí misma.
Así las cosas, a pesar de lo escabroso (aunque no realmente novedoso) de las fechorías de esa deleznable pareja de ancianos (cómo llegué a odiarlos), la trama avanza fluidamente en un tono general que yo, para usar un maldito anglicismo, definiría como una novela feel-good, algo que ya he venido diciendo de la literatura de King últimamente, ahora que es un abuelito apaciguado. Sin embargo, debo decir que en su tramo final, digamos en su epílogo, la novela gira hacia un tono terriblemente desalentador, devastador, de una desazón densa y pesada, palpable como si se entrara en una casa cargada y viciada de malos recuerdos, de una tristeza tremenda e inesperada a esas alturas de la novela. Primero porque, una vez resuelto el caso y los peligrosos enredos en los que los personajes tan voluntaria y gratuitamente se meten (una muletilla narrativa de la que King viene abusando mucho últimamente: forzar la trama para que tome los derroteros predefinidos aunque deba recurrir a esas trampas argumentales... King siempre ha dicho que al escribir se deja llevar, se deja sorprender por la trama y los personajes, pero algo me dice que, aunque sea a nivel inconsciente, es al revés y él ya sabe cómo quiere que se resuelvan las cosas, torciendo cierta coherencia y credibilidad internas hacia esos destinos), King dedica hartas páginas a una especie de exploración post-trauma, con algunos personajes secundarios enfrentando la atroz verdad de la muerte de sus seres queridos, víctimas de esa pareja de ancianos, escenas que te aprietan el corazón (la forma en que reacciona la madre de la muchacha cuya desaparición pone en marcha toda la investigación es... uff), recordando a ese escritor que alguna vez fue, el que utilizaba el horror genérico para adentrarse en los dolores y demonios humanos de los que nadie se salva, sin miedo a lo que pudiera llegar a ver y transmitir. Segundo, porque las reflexiones de Holly Gibney me dan la razón: terminado todo, ella se pone a pensar que este caso ha resultado más terrible que los de los visitantes porque los culpables son dos improbables psicópatas, unos ancianos aparentemente respetables, es decir seres humanos de carne y hueso, como tú y como yo, y no alguna criatura o monstruo que los haya poseído, en cierta forma eximiéndolos de responsabilidad. Así tal cual reflexiona, que es, casi palabra por palabra, lo que varias veces le he achacado a King en varias novelas suyas, como por ejemplo en la penosamente desaprovechada Un saco de huesos. Esa constatación de Holly Gibney llega con un tono pesimista bastante fuerte y es un giro que King asume ya frontalmente, luego de El visitante y La sangre manda, en donde esas criaturas antagonistas eran en cierta forma una alegoría de la maldad o sed de males del ser humano en lugar de ser entidades de maldad independiente.Quizás sea el polarizado y extremista clima político estadounidense el que ha enturbiado un poco la vejez de King. Ya en La sangre manda (el libro y el relato) y El visitante apuntábamos por acá que King dejaba entrever su disgusto, decepción e incluso resignación al modo en que dicho clima ha ido cambiando la conducta e identidad del ciudadano medio estadounidense, exacerbando sus peores y menos redentores rasgos, sin mencionar la inmanencia de las altas tecnologías como una forma de, curiosa y paradójicamente, perder la conexión con las propias raíces en detrimento de esta cosa mutante y nuclear que son las RRSS, que aglutina y uniformiza el peor rostro de la sociedad. King es un romántico empedernido y, como digo, se le nota la desazón ante la realidad imperante, el nuevo orden de cosas, el zeitgeist contemporáneo, y así lo plasma en unas historias que cada vez menos le echan la culpa a lo sobrenatural y, despojadas de añoranza, se ahogan en un clima de seca resignación.
¡Santas mazorcas! Cuánto me he extendido, nuevamente me he dejado llevar, ja, ja. En resumen: Holly es una novela recomendable, sí, interesante y fluida de leer, tanto por la trama en sí como por sus personajes (partiendo por el titular, dudo que exista alguien a quien no le agrade la gran Holly Gibney), ya sean los buenos como los malos (repugnantes y todo, esos viejos tienen un extraño magnetismo), pero nada magistral ni genial. Solvente y todo, feel-good y todo, al menos no olvidemos que tiene ramalazos del King más oscuro, temerario, despiadado y pesimista, que es el King que más me gusta, y esperemos que asuma este giro (¿o re-giro?) hacia la negrura de manera más directa en sus próximos trabajos. En fin, por las barbas del presidente Lincoln, será mejor que lo dejemos hasta aquí.Peace!
![Holly, de Stephen King Holly, de Stephen King](https://m1.paperblog.com/i/923/9233074/holly-stephen-king-L-hlRhVF.jpeg)
¡Pero qué tenemos acá! ¡Una ficha bibliográfica perfectamente pulcra, limpia y ordenada! ¡En Bibliometro! ¡Qué milagro! ¡Por qué no puedo dejar de gritar! ¡Ayuda, auxilio, socorro, S.O.S.! Fuera de bromas, en menos de un año Holly ha acumulado ocho préstamos, ¡todo un logro!