Hoy es jueves y confundo los días,
como confundo las horas
y también a las personas.
Pero no puedo evitar tu recuerdo
y esa nariz tan graciosa,
esos dientos de niña que mostrabas
y esos ojos de miel que me enseñaste,
ni las pecas de tu cara,
(que tú decías manchas),
ni tus dedos de plata
que acaricié tantas veces con los míos.
Es por eso que hoy te dejo mis besos
para que no puedas con ellos y te desborden,
quiero que te digan muchas cosas,
te persigan sin descanso
y te roben otros besos de tu boca.
Tantos que sean capaces
de arrancar una sonrisa de tu alma
y hasta de sacarte un suspiro de tu pecho.
Porque hoy es jueves y la semana
está en su mitad casi exacta,
y tengo ganas de decírtelo
y de gritar todo esto a los cuatro vientos,
porque sí, porque me da la gana,
para calmar quizás a mi pensamiento
que sigue dando vueltas a tu cara
y la ve aquí y allá, en un pasado
y un presente ya lejano,
aunque también la ve,
con esos ojos infantiles,
en un futuro por el bosque,
junto aquella casita encantada
que tanto nos embriagó, durante un tiempo,
y en el que fuimos muy felices
y hasta tuvimos la suerte de soñar
y ser un poquito más niños todavía.
Entonces te leía poesías y me hablabas
de tus cosas,
de pequeñas nimiedades entre rimas
que surgían de un cuaderno envejecido.
Yo escuchaba tus latidos presurosos
y te amaba sin palabras, en las noches
del estío, con el fondo y el rumor
de las resacas y las olas
que llegaban a la playa bajo el manto
protector y luminoso de la luna
y las estrellas.
Hoy es jueves y recuerdo todo esto
y te recuerdo como entonces,
y te llamo y te suplico
y te digo "que te quiero",
con mi voz en la distancia.
"...Hoy es jueves, simplemente..."
Rafael Sánchez Ortega ©
13/03/14