Hoy es un de esos días extraños

Hay días raros.
Días extraños que se salen del guión monótono de un día detrás del siguiente.
Días en los que el universo se dobla encima de tu vida y te sacude con fuerza.
Te sacude con la violencia y la desidia del niño que juega con los dados agitando su cubilete azul.
Lo que marquen los dados sólo te importa a ti, al niño sólo le interesa el ruído que hacen los dados al rebotar por el tablero.
Cada cuál tiene su almanque tachado con el resultado de esos dados.
Algunos días extraños los recuerdas con alegría,
otros intentas vomitarlos de tu recuerdo,
porque se empeñaron en retorcer un poco más lo que te quedaba de inocencia.
Ese 2 de Febrero que no viví.
Ese 2 de Febrero que querría no haber vivido.
Los días 22,
son salados como el azúcar de tus labios.
Sobre todo en junio y en noviembre huelen a libro olvidado de hada buena.
Esos días 22, de hechos amables, salvo cuando pasean por septiembre.
 
Cualquier día de septiembre está maldito.
Y los que le rodean también.
Simplemente por engordar al pérfido mes de septiembre.
Ese septiembre implacable que se empeñó año tras año
en hundir cualquier esperanza de paternidad.
Te temo, 13 de Junio.
Tienes vocación de veleta.
Naces, mueres, vives, bailas, lloras, ríes, el agua te tapa el 13 de Junio.
Vas y vienes, porque eres, como yo, un barco de papel en poder de un remolino.
El 26 de abril, abre la discoteca estudio 54,
explota Chernóbil, nacen Shakespeare y Mahoma.
Unos ríen, otros lloran.
Hoy es 27 de Marzo, casi tan cruel como el 27 de Julio.
Tan feo como como cualquier otro día de recuerdos tristes.
Todavía siento el frío del vacío total delante de tu féretro.
La rabia, la frustración, la ausencia de tu protectora mirada.
Me falta el aliento que te llevaste,
y me consuelo con el cariño que me dejaste.
Hoy es uno de esos días extraños,
en los que los almanaques deberían arder,
para cubrir el orbe con el humo negro con el que nos castiga el tiempo.