La primera vez que se fijó en ella, estaba en el trabajo, llevaba un chaleco azul y gris, un bolígrafo en la mano y un papel en el otro. Parecía concentrada. Miraba con detenimiento unos artículos de una sección, hasta que se volvió, como movida por un resorte.
Sus ojos brillaban, eran grandes y de un color marrón claro, que con la luminaria del lugar parecían aún más claros. La arruga que tenía en la frente, desapareció a medida que se giraba. La concentración y la absorción en su tarea, en las que parecía sumida antes dieron paso a una amplia sonrisa.
A sólo dos o tres metros de ella, un niño rubio llamaba a su madre. Tenía cara de despistado, movía los brazos arriba y abajo, como si el movimiento de molino pudiera acercarlo al lugar donde estaba su madre.Como un polluelo, andaba unos pasos para luego deshacerlos, buscaba con ojos inquietos algún rastro, un color que diferenciara la gente que por allí pasaba con su madre.
-"Mi madre se ha escondido."
Esa era su frase.
-"Mi madre se ha escondido."
No parecía preocupado por que se hubiera perdido, ¡la que se había perdido era ella!
Se acercó, se agachó para ponerse a la altura del pequeño, y le preguntó si quería ayuda para encontrar a su madre,
-"Vamos a llamarla por la megafonía."-"Se ha perdido."-"Ahora viene, dame la mano."Ella lo cogió de la mano, mientras se levantaba. Buscaba a la vez con la mirada a alguna mujer que pareciera preocupada. Y enseguida la vió, se acercaba al pasillo central, desde el cuál podía mirar en todas direcciones. Sonrió al ver a su hijo de su mano.
-"Mira, ¡ella es mi mamá!"-"Que alegría se va a llevar al ver que la has encontrado."