Tembló mi mano buscando con los dedos
aquellos pétalos.
Y los rocé. Sentí la suavidad
de aquella rosa.
Cerré los ojos sintiendo la caricia
que me llegaba.Era un poema,
un verso abandonado en cualquier parte.
Sin darme cuenta, me vino la sonrisa
hasta los labios.¡Cuánta ternura dejaba por mi cuerpo
aquel contacto!
Volví a la vida y Abrí los ojos,
el viento del nordeste me hablabaen su silencio.
Decía borbotones de palabras
que ahogaban mis sentidos,
decía que buscara nuevamente,
que siguiera mi camino,
que te amara…
Rafael Sánchez Ortega ©
28/11/18