Escribir sin darte tiempo a pensar, sin reparar en como las páginas escritas caen lentamente a tu lado. Echas de menos el olor penetrante de una taza de té preparada entre recuerdos. Puedes dejarte llevar otra vez releyendo viejas cuartillas, que ahora no te dicen nada, o por el contrario intentar escribir entre arcadas intemporales, o con sentimiento de revancha contra el mundo que se convierte en parrafos ácidos que nada dicen.
Llueve fuera, aunque el sol seca las gotas al llegar al suelo, la música suena vacia y desganada. Siento que deberías pensar en como llenar un hueco que te martiriza por dentro, que te hace extrañar viejos y no ciertamente mejores tiempos.
Sonríes por dentro, aunque la tristeza seca tu sonrisa al asomar por tus labios, mis excusas suenas vulgares y poco sentidas. Sé que podría llenar ese hueco con las tristezas de tiempos pasados, que crees que nunca el frío que sentiste volverá a hacer tiritar de la misma manera. Pero cuando estás hueco, hueco como tú, cualquier agujero se convierte en un motivo de preocupación. Quedate cerca de la luz que te ilumina y te hace sentirte más transparente.