Ha bajado por el camino polvoriento, por la senda que recorren las máquinas. Será porque la miel no anda lejos. El cerco se estrecha para todas las bestias, también para los humanos. La naturaleza es un viejo sueño, una pesadilla que nos recuerda en qué consiste nuestra lógica implacable: necesitamos dos universos para desarrollar esta civilización. Las huellas sobre el polvo calcinado atraen la atención del caminante. Hay una mezcla de miedo y admiración que nos paraliza. Son seres de otro mundo. Al fondo, suena el zumbido de las máquinas, mientras las huellas guardan un silencio inquietante. Ha bajado por el camino, por donde circulan los constructores de bienestar y los ociosos paseantes que disfrutan de él.