Las huellas que dejan mis pies cuando camino por la orilla del mar, son metáfora de mi propia conciencia. Tan efímero siento casi todo lo vivido, tan efímero como esa huella.
Los diez segundos de placer que se van, al tiempo mismo que se sienten, inconsciente apenas de su propia existencia. Efímero el recuerdo de quien me hizo gemir. Efímero orgasmo, como la huella de mis pies en esa orilla.
Sin embargo, la risa que resuena en mis oídos una y otra vez y otra y otra más, esa que fue compartida. Esa... No es huella en la orilla. Es eternidad.