Revista Talentos

Huesos de aceituna

Publicado el 06 julio 2012 por Antoniobarba

Ella asomó la cabeza por la ventana y vio una inmensa multitud de gente apiñada en las calles. Hasta donde sus ojos alcanzaban, hasta la esquina de la tienda del embutido y más allá, no cabía un alfiler. Una muchedumbre ocupaba los dos carriles de la avenida, sin pronunciar en apariencia una palabra. Marchaban mujeres y hombres, niños y ancianos, hasta el parque del bulevar, donde se erige la estatua a una antigua alcaldesa de la ciudad. Ella pensó que semejante muchedumbre se juntaba para celebrar en un escalofriante silencio la obtención de alguna copa de fútbol, o de tenis, más de repente reparó en que estas prácticas deportivas las había prohibido un gobierno allá por la segunda mitad de siglo, cuando se consideró proscritos todos los deportes que implicaran contacto con objetos esféricos. Quizá la enigmática concentración se debía al fin del paro obrero en la ciudad. Debía de ser eso: la consecución del pleno empleo que pregonaba la propaganda oficial del régimen triufante, que cumplía ya innumerables lustros en el poder. Pero, oh, pero qué idiota, si cayó en la cuenta de que en la ciudad llevaban todos sin trabajo más de quinientos años. Se pegó una palmetada en la cabeza y sonó a hueco, con algo retumbando dentro (¡cloc!, ¡cloc!), como el ruido que hacen los huesos de aceituna secos dentro de una lata. Pobre idiota, nunca se enteraba de nada.

El bus que portaba a la selección española, el pasado lunes por la tarde en el barrio de Argüelles (Madrid)

El bus que portaba a la selección española, este lunes en Argüelles (Madrid)


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