Huída

Publicado el 15 mayo 2011 por Elcocteldeloscuentos
Abre la puerta. Asoma tus ojos por la rendija. Intenta no hacer ruido, pensando que te la vas a encontrar dormida, y comprueba, horrorizado y temeroso, que se ha suicidado. Lo ha hecho hace un rato. Había pensado en hacerlo con pastillas, como su intento de la última vez, pero la faena, en vez de matarla, la dejó con un riñón de menos. Le pidió al médico que por favor, por favor, no te dijera las verdaderas razones sobredósicas de por qué aquella intervención de urgencia para lavar su estómago. ¿Y él que hizo? En vez de pensar, ¿cómo una mujer que se mete tal cantidad de pastillas no quiere que su marido lo sepa?, mintió con ella. Se convirtió en su cómplice, y a la vez, en el tuyo. Pero esta vez ella lo ha conseguido, oh, ya lo creo. Y tu cara de miedo y palidez extrema hacen evidente que te sientes asesino. Te tiemblan las manos porque ya no es sólo tuya, sino también de los gusanos que la devorarán cuando la entierres. Pero no te preocupes, que ella estará encantada. Antes que otro golpe, prefiere a los gusanos. Antes que otra paliza, lo que sea.