HUMALA YA NO PUEDE ELUDIR LA DECISIÓN.
Escrito por Jorge Morelli.
¿Para qué gastar 400 millones de dólares en comprar esa chatarra si puede expropiarla? Claro que expropiar lo pondría a usted ante la comunidad internacional al nivel de Evo Morales, que expropió nomás y le importó un bledo. ¿Solo que usted no es Evo, verdad?
¿Pero va a regalarles 400 millones de dólares a los españoles comprando algo que no vale ni la mitad de eso? Y, para justificarse, ¿no se le ocurre nada mejor que engañar a los peruanos con el cuento de que el petróleo es económicamente “estratégico” en el siglo XXI? Como si estuviéramos ante la crisis de 1973. No nos insulte tan groseramente. ¡Despierte, han pasado cuarenta años!
Usted tiene que lidiar con esos sectores políticos y militares demasiado ávidamente interesados en esta “renacionalización” del petróleo. ¿Creen que servirá para que no caiga su popularidad, si viene una recesión, controlando la gasolina y a través de ella todos los demás precios? No se deje asustar, la recesión no es inminente. La caída de los metales parece incluso pasajera, ya se está recuperando. Se lo está diciendo hoy el propio presidente del BCR.
¡Despierte! Hemos pasado por todo esto antes y sabemos a dónde conduce. ¿Cómo se le ocurre pretender llevarnos nuevamente a ese pantano? Nadie lo va a seguir. Comprenda que tiene que gobernar un país, la mitad del cual –igual que la mitad del Congreso y la mitad de su Gabinete- están en frontal desacuerdo y en pie de guerra contra esta aventura solamente política. Como visiblemente lo está también su propia esposa, Nadine, cuyas declaraciones no dejan lugar a dudas. Pero no le corresponde a ella la responsabilidad de sostener al ministro de Economía en este trance. Tampoco al peluche amable del Primer Ministro, que no es garantía de nada.
No hay manera de eludir la decisión. Postergar, como propone el Ministro, es solo pérdida de tiempo. Si decide comprar, hágalo a su propio riesgo. Dilapide los 400 millones de dólares. Regáleselos a los españoles. Le harán una estatua. Pero no olvide que mañana tendrá que rendir cuentas, y que no habrá dónde esconderse.