Humano sí, error no

Publicado el 29 marzo 2015 por Ivandelanuez

Iván de la Nuez

Siempre que ocurre un desastre, el factor humano acaba funcionando como una disculpa. Si un barco se hunde o un avión se estrella, hay algo de alivio cuando se debe a un error de las personas que están al mando. Esto es como decir que los humanos, al final, siempre son los que fallan porque el artefacto es infalible. Y que sin errores humanos el mundo sería perfecto, por la sencilla razón de que las máquinas lo son.

Es muy curiosa esta superstición, que parece olvidar que las máquinas están hechas por el hombre. Incluso un genio como Kaspárov se empeñó en derrotarlas cuando ya no tenía rival que se le resistiera. Como si Deep Blue, la máquina que acabó venciéndolo, no estuviera programada por sus congéneres.

Lo único cierto es que, de momento, nada humano le resulta ajeno a cualquier aparato que en la tierra exista. Todo esto viene a cuento por la catástrofe aérea que acaba de ocurrir en los Alpes, en el vuelo que iba de Barcelona a Dusseldorf. Una caja negra indica que el piloto sale un momento de la cabina, deja al copiloto al mando y, cuando regresa, se encuentra la puerta bloqueada. La razón es obvia: los nuevos protocolos, para impedir la entrada de secuestradores, bloquean la cabina de los pilotos y no permiten el acceso desde fuera.

El problema es que, en este caso, el peligro estaba dentro. Y que, según todas las pruebas, el copiloto decidió estrellar el avión llevándose por delante a todo el pasaje. Un suicidio con daños múltiples cuyas causas mentales recién comienzan a conocerse.

El factor humano, que sirvió a Graham Greene para escribir una de las mejores novelas de espionaje de todos los tiempos, ha servido a algunos para explicar este desastre. Una catástrofe, sin duda, humana, demasiado humana.

Es terrible lo que ha ocurrido, pero de haber sido un fallo de la máquina sería tan humano como este horror que llevó al copiloto a destruir 150 familias.

Lo peor es que, por lo que nos cuentan, esta vez ni siquiera se trata de un error. Si la catástrofe fue, como dicen los informes, “deliberada”, entonces nos encontramos ante un acierto terrible. El acto planeado por un hombre que buscaba la muerte y que no tuvo el valor de irse solo a su encuentro.

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