En el evangelio de Mateo, capítulo 7, verso 12 dice: "Así que todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos".
Hoy recordamos las deplorables condiciones de hambre, enfermedad y muerte a que estuvieron sometidos los patriotas húngaros en los meses de octubre y noviembre de 1.956. Porque deseaban su libertad, y porque el gobierno ruso los subyugó por la fuerza de las armas. En aquel entonces, miles y miles de húngaros lograron salir de su país y refugiarse en Austria. Como el gobierno y el pueblo austríacos, aunque muy hospitalarios, no podían sostener a todos los refugiados, entonces los gobiernos y pueblos de los Estados Unidos de América, Inglaterra, Argentina, y otros países, por conducto de la cruz roja internacional y de instituciones religiosas enviaron dinero, medicinas, ropa y alimentos para los húngaros necesitados y los invitaron a refugiarse en sus respectivos países. Muchos pudieron llegar a esos países sin que les costara el transporte en aeroplano, o en barco o en ferrocarril. Recibieron facilidades para ser considerados como inmigrantes y en las ciudades donde se establecieron recibieron demostraciones de simpatía, y pronto consiguieron trabajo para sostenerse honrada y decentemente. Mis queridos hermanos y amigos, qué tiempos aquellos. Cómo a cambiado el mundo. Hoy en día hay masacres en África, y a pocos les importa. Miles se mueren de hambre, y el mundo permanece indiferente. Sin duda los tiempos han cambiado. Si a los húngaros les hubiese sucedido esa tragedia hoy en día, difícilmente el mundo les habría respondido. Qué nos está pasando? Por qué nuestro amor por los demás se está enfriando? Hoy tenemos más información, y menos voluntad de ayudar. Seamos genuinos creyentes. Hagamos nosotros la diferencia. Hay gente a la vuelta de la esquina muriéndose de hambre. Salgamos a ayudar.
Que Dios te bendiga! Fuente: Unánimes.org