Entonces me di cuenta de que era de la funeraria. Yo creo que iba vacío.
Revista Talentos
Ya no me sorprende nada. El coche negro venía a gran velocidad, dispuesto a atropellarme. La música, como la velocidad, se oía de lejos. El conductor debía ser suicida o al menos temerario. Pasó rozándome.
Entonces me di cuenta de que era de la funeraria. Yo creo que iba vacío.
Entonces me di cuenta de que era de la funeraria. Yo creo que iba vacío.