Revista Diario

Iglesia

Publicado el 10 noviembre 2011 por Karmenjt

He leído que uno de los candidatos a la presidencia ha prometido que si gana las elecciones le quitará privilegios a la Iglesia, a lo que un obispo ha respondido rápidamente que la Iglesia “no es un parásito, no tiene privilegios y es la principal bienhechora de la sociedad”.

La Iglesia recibe unos 6.000 millones de euros anuales como confesión mayoritaria en este país. Esta cifra sirve para sostener los colegios religiosos concertados, pagar sueldos de obispos y sacerdotes, las nóminas de los profesores de religión en la escuela pública y los capellanes castrenses, hospitalarios y carcelarios. Incluso llega para costear gran parte de la restauración y mantenimiento de su patrimonio histórico y artístico, el segundo más importante después del propio del Estado. Patrimonio que está exento de pagar determinados impuestos, como el IBI.

La tan esperada Ley de Libertad Religiosa volvió al cajón, si el anterior partido en el poder no se atrevió a aprobarla, poco podemos esperar del nuevo que entre. Así que habrá que seguir contemplando como se celebran funerales de Estado católicos, aunque entre los muertos haya musulmanes o cristianos ortodoxos (como pasó en el de las víctimas del 11-M), o como determinados actos civiles acaban o si o si en una catedral haciendo ofrendas a la Virgen (la alcaldesa de mi ciudad ya ha avisado de que mientras ella está en el poder “la senyera” se ofrecerá a la Virgen de los Desamparados el 9 d’octubre, y quien no quiera entrar no portará el estandarte, y cualquiera le discute algo a Rita).

Claro, la jerarquía eclesiástica no se lo ha tomado bien. He leído cosas tan fuertes como que el laicismo es “un retroceso de la civilización y una aberración del ser humano”. No voy a decir lo que pienso sobre sus obsoletos dogmas, ritos y pecados porque todos tienen derecho a sus propias creencias, y siempre las he respetado.

Pero me molesta enormemente su intolerancia. Parece ser que los ateos, agnósticos, laicos, no creyentes, etc. no poseemos valores morales ni éticos. No sabemos educar a nuestros hijos ni convivir en sociedad y estamos intentando acabar con la familia “tradicional” por todos los medios y con la Iglesia en particular, como único fin de nuestra mísera y pecaminosa existencia.

Ya no me acuerdo muy bien del catecismo, pero si no recuerdo mal creo que la avaricia era pecado, tampoco se podía matar, ni desear a la mujer (o al hijo) del prójimo, había una extensa lista de pecados que te llevaban directos al infierno. Por eso no me acabo de creer que la religión sea una garantía de ser buena persona, de otra manera no me cuadran las cuentas de corruptos, maltratadores, especuladores, pederastas, etc. que llenan o no las cárceles. Y seguro que todos están bautizados, así que a mí  que no me vendan valores morales.

El cielo seguro que tiene un montón de nubes en venta por falta de población.


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