Iglesia de la Magdalena (Mejor rincón de España 2012)

Iglesia de la Magdalena en Olivenza (Mejor rincón de España 2012)

Cámara en mano, calzado cómodo, primeros días de un otoño todavía primaveral y solaz domingo turístico casi a la vuelta de la esquina: Olivenza

No sé si fue porque el día nos salió perfecto pero apenas bajamos del coche sentí que el pueblo brillaba más blanco que de costumbre. Níveo, exquisitamente limpio, silencioso e invitador ¡a cualquiera que se le diga…! Pero si, a lo largo de la mañana hubo momentos que incluso me sentí guiri en mi propia casa. Sería cosa del relax, de mirar detenidamente los escudos de sus casas señoriales, del tañer de unas campanas obrándole silencios al silencio natural del pueblo, de la gente pasando arreglada para ir a misa, de la luz del sol que esa mañana lucía más brillante de lo que el hombre del tiempo auguraba, como si la primavera quisiera darnos una prorroga; y quizá también por encontrar lo que buscábamos con un significativo goteo de turistas de verdad, de mucho más lejos que nosotros, aunque todos buscando lo mismo: el mejor rincón de España 2012

Pues claro que ya habíamos estado en Santa María Magdalena, más conocida como la Iglesia de la Magdalena, pero entendimos que un reconocimiento como este, (votado por miles de internautas) merecía que el fotógrafo de este blog recreara con su cámara lo que a veces, a los más cercanos y precisamente por tenerlo a un tiro de piedra, nos pasa desapercibido. O no nos pasa pero lo vamos dejando para un día de estos y el día suele llegar, si, pero mucho más tarde que pronto.

Paseamos por el centro histórico mascando el olor a café cargado que se escapaba de las cafeterías, construyendo tartas de nata en mi cabeza, seguramente por una asociación de ideas: un pequeño agujero en el estómago, más el perfume del café (que curiosamente no tomo jamás) y el impoluto blanco de las casas, me llenaba la cabeza de tartas grandes y blancas mojadas en café con leche ¡que cosas!

Con la música de unas campanas de fondo, en una pequeña plaza nos dimos de frente con la fachada principal. Estaba cerrada y por un momento temblé temiéndome lo peor, pero no. Un nutrido grupo de turistas entraban y salían por la puerta lateral, y antes de cruzarla nos recreamos disfrutando y fotografiando gárgolas,  falsas almenas, piedra,  cal, y pináculos…el exterior ya da una idea, aunque la verdadera sorpresa llega cuando traspasas sus muros y te das de bruces con su “beleza”

Aquí y en este momento tendría que remitirme a los tecnicismos de su historia, pero como suele moverme los sentimientos que saltan a primer golpe de vista, los obviaré por unas líneas de nada: las columnas eran el cruzado hilado de sogas gordas y enormes; la azulejería de tonos azules, un mar calmado; el colorido de luces de unos rayos de sol, que para alegría nuestra ignoraron que ese día no tenían que haber salido,  colándose por las vidrieras, dibujaban rombos añiles en suelos, bancos, tumbas marmóreas de letras desgastadas, imágenes, cromados y púlpito…

La madera olía a madera de siglos; el soplo fresco y el silencio, a esperanza; el altar, arte; las capillas, a humedad (pero una humedad agradable, me pareció que salía desde las raíces del subsuelo y que emanaba mezclada con el humus natural de los bosques –lo mismo sólo son cosas mías-) y todo el conjunto, y a pesar de las numerosas visitas y de las muchas pisadas y taconeos que parecían reverberar en sus paredes: a respeto.

Creyente o no, eso no tenía la más mínima importancia. Todos mirábamos lo mismo: las manos que tallaron e inventaron, y la sabiduría de quien supo conservar…

Y ahora si; historia y datos técnicos:   de estilo manuelino, su belleza es superior a sus modelos de inspiración, la Seo de Elvas y el Convento de Jesús de Setúbal; en el interior ocho formidables columnas torsas recuerdan los calabrotes de un navío. El francés Boytac, y tal vez Diego de Arruda fueron los creadores de este espacio donde la magia y la paz se entremezclan a partes iguales. En el exterior, la fachada principal –con una portada añadida- se atribuye a Nicolás de Chanterenne, artista de origen francés que realizó, entre otros importantes trabajos, la puerta del monasterio de los Jerónimos de Lisboa, o un retablo de mármol en el Palacio da Pena de Sintra.

Impulsó su construcción a principios del XVI el primer Obispo de Ceuta con residencia en Olivenza. Consta de tres naves adornadas por una serie de retablos cerámicos que pertenecen a la época de la azulejería portuguesa que va desde los inicios de siglo XVIII hasta las vísperas del terremoto de 1755. Son azulejos historiados, realizados en azul cobalto sobre fondo blanco. Junto a la mayoría de las escenas existen azulejos de figura avulsa  (nombre con el que se conoce a los azulejos con temas sueltos e independientes de las historias representadas: flores, columnas, ángeles…)
Las obras pertenecen a distintos autores: Manuel do Santos (azulejos de la nave), aunque existen paneles anónimos también se aprecia la mano del gran Antonio de Oliveira Bernaldes, que inmortalizaba sus obras con el dibujo de un tronco de olivo del que emerge un brote, haciendo, sin lugar a dudas, alusión a su apellido.

Por su historia, y por el pueblo donde se asienta, de un blanco deslumbrante; por la magia que emanan sus bóvedas; por la belleza rosada de sus peculiares columnas, por los caprichosos colores del arco iris colándose por un rosetón dándose de bruces en el azul cobalto de sus paredes…y probablemente por mil cosas más que otros más avezados que yo captaron in situ o a través de fotografías, ha sido merecidamente nombrada por votación popular como el Mejor Rincón de España 2012

¡Ahí es ná, y lo tenemos aquí, a dos pasitos de casa…venga: cámara en mano, zapato cómodo y al rico turismo por nuestros edenes extremeños!

• María Penís