
Es uno de los libros más vendidos del año y no se sabe si es porque Julio Iglesias es sinónimo de éxito, o por la excelente prosa de un Peyró que sabe adaptarse a cada etapa de la vida del cantante con un estilo más que acertado.
Su forma de escribir recuerda mucho a Umbral, aunque dependiendo del capítulo hay tics de Peñafiel y de los grandes del periodismo de nuestro país. Sobre Julio se ha escrito mucho, han escrito mucho (los que no le soportan) y se seguirá escribiendo. Lo bueno de este libro es que sin subtítulos excesivos (algo así como «la biografía autorizada definitiva») logra dibujar un retrato bastante certero del cantante.
Y lo hace alejándose de la hagiografía y acercándose más a los hechos reales que han sido publicados, comentados, constatados y criticados por la opinión pública. Julio es mejor inversor que cantante, aunque en su faceta profesional no le ha faltado nunca ni el dinero, ni el reconocimiento público.
El libro recorre la vida de Iglesias desde que intentaba ser futbolista hasta su despedida de los escenarios. Lo hace con cierta condescendencia en ocasiones, con admiración y con un punto de vista que intenta ser objetivo, pero siempre sobre el denominador común del colegueo y de esa idea que muchos españoles que tenemos más de 40 años «ojalá hubiera sido Julio Iglesias».