Revista Talentos

Ilógica razón

Publicado el 08 abril 2015 por Isabel Topham
No suelo estar de acuerdo muy menudo con alguien a no ser que sus ideas concuerden con las mías, o quizá sólo sea por llevar la contraria. Pero, creo que ya es hora de estarlo. Para qué quiero yo estar en contra de lo que piensen o dejen de pensar, si lo único que quiero es saber que estoy en lo cierto. Podré hablar en primera persona pero es sólo el reflejo, y definición, del comportamiento humano. Si lo único que quieres es tenerla, adelante, te la doy sin más. Y tú, habrás sonreído como un tonto al cedértela, pero, quizá, y sólo de esa manera, me estás diciendo que soy yo quien gano en esta discusión. Para qué discutir con un tonto, o ignorante (que viene siendo lo mismo), si puedo hacer que pierda la razón con tan sólo dársela. La tienes, pero no tienes los motivos por lo que he dejado de pensar así; o, en su lugar, sólo crees que lo he dejado de hacer. Que, sólo mientras creas en ello, es cierto. El cielo seguirá siendo azul mientras tú pienses que es azul. La última generación de móvil cuesta tanto dinero, supongamos 400 €, y estés dispuesto a comprarlo porque sólo así te hace ser interesante para los demás, atractivo, social y alimentas por tanto, tu status -social. O, que en tu nuevo trabajo, todos tus compañeros te saludan con gesto superior, por encima del hombro, y tú sin saberlo le sigues el juego creyendo que es tan sólo una manera que sólo ellos tienen allí, entre compañeros; y lo cierto es que es un gesto de respeto y autoridad porque eres el jefe, quien manda. Mientras te creas lo que escuches de ti, sigues siendo eso mismo. Portamos un cartel, pero sólo nosotros podemos desligarlo de nosotros o hacer de ello nuestra personalidad.
No hay más solución que la que nos da el problema. Mentira. Hay tantas soluciones como mentes posibles. Infinitas. Dónde está eso de que cada persona es un mundo, cada una de ella piensa de una manera en particular y, por tanto, cada cual parte de una situación totalmente distinta hasta llegar a SU conclusión. No por ser maestro, médico o padre vas a tener más razón que un alumno, hijo o niño. Todo depende desde donde se mire, y el niño puede ver un seis donde el padre un nueve. El loco es el verdadero cuerdo mientras que, el cuerdo es quien de verdad está loco. Al fin de cuentas es quien ni siente, padece, o piensa por sí mismo sino teniendo como referencia el pensamiento o la acción ajena para definir el suyo. Y sólo tú, decides si ser marca o ser uno más de este mundo. Pases por donde pases, recuerda que, eres una huella más marcada en el camino. Para qué enseñar transmitiendo tan sólo un pensamiento que hemos aprendido de generación en generación, pudiendo aportar, aunque sea, nuestra opinión. Haz que te recuerden, de la manera que sea.
Hay más razones que verdades, porque la verdad sólo hay una y, en ocasiones, la confundimos con nuestra opinión. Por qué tú y no yo, por qué no estoy en lo cierto si ni siquiera te has parado a mirarlo desde donde yo lo estoy viendo. Al fin y al cabo, todos tenemos la razón porque, ¿en eso nos diferenciamos del resto de las especies, no?

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