ni siquiera la lluvia puede borrar
el sutil rastro que me conducirá
hasta la alcoba donde seducirte
Te cerco y persigo con palabras
y te regalo sonrisas enmascaradasY te hablan mis manos sin vergüenza sin esperanza, aunque estés dispuestaY, de pronto, descubro la ambrosía
que esconde tu piel trigueña y caliente
comprendo las razones de mi deseo
y siento el dulce tacto de durazno
En tus pechos, erguidos como tallos
y devoro en tu boca, y deslizo mis dedos
buscando aprender los códigos sellados
que anudan mi mente a tu recuerdo