A punto de tomar la moto y escaparnos para la Normandía, nos llamó un amiguete para presidir la mesa electoral. Como suele tocarnos a los mismos, y tras la llamada de auxilio de Stéph y de Berny y viendo el panorama de la primera vuelta, nos quedamos y dijimos que sí.Si bien estas elecciones francesas conciernen sólo a los municipios y a las alcaldías, la bofetada ha sido bien sonora para el gobierno in situ.París es una pecera. Y no dejará de serlo.Y ver a la que se pretende como la ganadora de estas elecciones sacando la lengua y con un Jajajajajja me resulta tan patético como cuando suelo ver a estas infelices señoras, que no sé muy bien que quieren contarme política, social, emocional o culturalmente hablando, en la calle cada mañana al levantarme, cuando se me pone el vello de punta sólo imaginándomelas... Y por eso aquí se mantuvo, como en Estrasburgo, una fidelidad a la Rosa porque sabemos que las gaviotas y lo azul, acaban a la larga por ensombrecer el ambiente con cuervos o murciélagos. Lo demás, es sólo una cuestión de tiempo.Lo que si bien puede extrañar en los países amigos con los que compartimos la Unión Europea sea el espectro del Front Nacional (la extrema derecha) que salió vencedor en 14 municipios, a mí, y a media Francia no nos sorprende.¿Qué lo tienen merecido? Un rotundo sí.Y al César lo que es del César.Pero hay que tener cuidado siempre con estas lecciones que uno intenta dar y de las que luego se arrepiente.No votar, no es sinónimo de rebeldía en estos casos. Aquí tenemos miles de partidos a quienes votar sin necesidad de ignorar que lo que está ocurriendo no nos concierne. Ignorarlos, es alimentar en esta gente que los que no votan piensan como ellos, y de esta manera, dejamos paulatinamente paso a una futura dictadura, en las que los que no piensan, acaban pensando como la masa.En los cantones donde las figuras emblemáticas del FN guardaron sus máximas esperanzas y expectativas, salió perdedor en esta batalla.El francés no es tan fino como pretenden venderlo a través de su Torre Eiffel y su vie en rose, sus croissants y su pastelería fina, sus modelos Dior y sus entretelas glamour; ya que tiene muy malas pulgas, y sabe muy bien cortar cabezas, si el momento lo precisa, y hasta quitarse la culotte.El hastío de esta crisis (que si bien insisto, no se ve en París cuando la pisa el turista medio) la inmensa plaga de tasas, impuestos (inesperados y sin ningún tipo de explicación ni concertación previa) y la masa de obligaciones y querencias que se le exigen a una clase media ya casi ahorcada por el descenso de su poder adquisitivo, la congelación de sus salarios, una enseñanza en declive ( plazas de investigación suprimidas, efectivos apoteósicos , etc) acabaron por asfixiar a todo un electorado que sólo le exigía a Hollande, (no que cambiase de concubina) sino que se pusiera el casco y enfrentase una política europea neoliberal a la cual Francia se negaba, respetando una política social de izquierdas, frente al partido que representaba. Aliándose con su vecino alemán, lo único que logró fue ir perdiendo colorido y dejar que la rosa se ajase.El francés no perdona. El bipartidismo aquí por suerte no existe, y cuando alguien que promete, miente, ya, o bien le toca retocarse y hacerse un buen lifting o un botox en su propia legislatura (lo que le ocurre ahora a Hollande que tiene que empezar a cambiar las fichas dentro de los Ministerios), o bien le toca una cohabitación… es decir, seguir él de fantoche como Presidente en una República pero dejándole la mano a un Primer Ministro opuesto a su ideología y a una oposición mayoritaria en el Parlamento, que lo utilizarán como títere.Esta llegada del Frente Nacional, si bien no me asusta, porque sé que en unas presidenciales, no pasarían, sí que me hace plantearme y replantearme la desidia política.Si todos pensáramos así, que podrán con nosotros… y que pasamos de ellos, volveremos sin duda a instaurar regímenes que la mayoría de los idiotas seguirán, pero que para muchos de nosotros, una vez más, será la alarma para un nuevo exilio.Y como reza un refrán francés... Lo imposible, no es francés.