Rethinkher, 8 ponencias sobre el impacto de la mujer en la sociedad, la economía, la publicidad, el marketing,... 9 ponentes excepcionales. El 4 de marzo tuve la oportunidad de asistir invitada por trnd, a uno de los eventos más interesantes sobre el papel de la mujer en el mundo actual, desde una perspectiva de comunicación. Durante más de 6 horas estuve atenta a la infinidad de datos que afirman aquello que desde hace tiempo gritamos las mujeres: SOMOS IMPORTANTES. Importantes porque representamos el mayor poder de compra (nuestro potencial como mercado es mayor que China y la India juntas), porque estamos más preparadas a nivel intelectual (el 60% de graduados son mujeres), porque somos grandes productoras digitales y consumidoras (nuestro consumo representa el 80%), porque las empresas que cuentan con mujeres en la alta dirección son un 40% más rentables, porque... La mujer del siglo XXI no tiene nada que ver con la mujer del siglo XX. No sólo ha aumentado nuestra influencia en la compra de productos/servicios, incluso en aquellos en los que no somos usuarias finales. La incorporación de la mujer en el mundo laboral ha hecho que dispongamos de necesidades diferentes y de un nivel adquisitivo para el consumo. Ahora tenemos mayor poder de decisión. Y si eso es así, ¿por qué las empresa siguen dirigiéndose a nosotras en clave masculina?, ¿por qué las empresas hablan un idioma que no entendemos y que no nos suscita nada positivo? Hasta ahora las grandes agencias se han preocupado más por los premios de creatividad que por el propio consumidor/usuario/cliente (Jesús Alonso). Esto no puede continuar así si las empresas quieren ser competitivas en el nuevo mercado.
Las agencias de publicidad y por extensión el entramado empresarial, adolece de mujeres en la alta dirección. En los departamentos creativos españoles, sólo hay un 36% de mujeres, mientras que en USA la cifra baja al 18%. La publicidad está dominada por la visión masculina(un 80% de creativos son hombres), mientras que nosotras preferimos los anuncios creados por mujeres (Avivah Witenberg-Cox). Se produce pues un desfase entre la realidad de las empresas y la realidad del consumo. Jane Cunningham y Philipa Roberts nos explicaban las diferencias entre el liderazgo masculino y el femenino a través del modelo empático. Éste modelo se basa en cuatro códigos: altruismo, vínculación, estética y orden. Son los códigos a los cuales respondemos en nuestra forma de liderar. Por tanto, NO somos iguales, por lo que NO actuamos de la misma forma. Nosotras establecemos más conexiones emocionales, nos gusta generar comunidad. Pero ¡OJO!, eso no quiere decir que todas las mujeres actuemos de la misma manera. Según el psicólogo Ignacio Morgado las diferencias individuales pueden ser mucho más importantes que las de género, por lo que lo más importante es valorar en función de los aspectos intrínsecos de la persona. Aún así, las mujeres somos más propensas a un estilo más empático, más emocional en el que tenemos en cuenta aspectos más sociales, gestionando mejor los sentimientos y utilizando un lenguaje verbal más cuidado. Pero como tal y como comentaron Avivah Witenberg-Cox y Alfons Cornella, en diferentes aspectos, el lenguaje debe ser bilingüe. Un estilo que tenga en cuenta ambos lenguajes representa el cambio que pide nuestra sociedad y nuestra economía.
Pero si tengo que destacar una ponencia, para mí fue la de Alfons Cornella. La visión de la mujer desde un punto de vista económico, es lo que puede hacer que las empresas se den cuenta del problema que se avecina. Mujeres sobradamente preparadas pero subutilizadas. Sólo un dato: en 2030 faltará un elevado número de trabajadores cualificados. Las mujeres llegado un punto, dejan su trabajo porque buscan mejorar sus vidas, y para ello necesitan un trabajo que les aporte satisfacción y que a la vez les permita disfrutar de la vida. ¿Conciliación laboral-familiar?. Hay que cambiar el modelo de éxito. ¿Éxito es cuando dedicas todos tus esfuerzos al trabajo, llegas a lo más alto y luego no tienes vida personal para disfrutarla? Hay que redefinir los estándares de riqueza y calidad de vida. La crisis representa una oportunidad único para hacer éste cambio. ¡Aprovechémosla!