Revista Diario
Impunidad subjetiva. Parte 3ª
Publicado el 26 noviembre 2010 por BloggermamAVISO: El siguiente relato contiene escenas de violencia y sexo explícitos. Debes ser mayor de edad de acuerdo con la legislación de tu país. Si continúas leyendo será bajo tu responsabilidad.
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Acordaron encontrarse en los servicios de chicos del gimnasio del instituto justo cuando acabara el entrenamiento de balonmano del muchacho. Éste estaba ansioso y con excusas bastante torpes esperó hasta que todos sus compañeros se fueron y le dejaron solo en el vestuario. El tiempo de espera se le hizo largo y por un momento creyó que le habían dado plantón. Pero de repente sintió como alguien se abalanzaba sobre él, poniéndole un antifaz en los ojos. Por un instante pensó que todo aquello era una trampa para darle una paliza por haberse tirado a la novia de algún imbécil. Pero no le dio tiempo a resistirse, inmediatamente notó que el atacante era una chica completamente desnuda.
La desconocida se movió con rapidez y agarró las manos del adolescente para obligarle a recorrer su desnudez mientras le hacía saborear su boca. Kevin, se rindió fácilmente a los encantos de la desconocida que sólo le susurró al oído.
-Shhh –fingiendo una voz dulce- quieto…tengo sed.
El muchacho se dejó llevar por su ardor y en poco tiempo la sesión de sexo oral llegó a su fin. Rendido sobre el banco del vestuario se quitó el antifaz y pudo comprobar con estupor quién era la desconocida que tanto le había hecho disfrutar.
-¡¿Claudia?! –el abatimiento y la incredulidad se apoderaron de Kevin- ¿pero eras tú?, pero…
-Tranquilo guapo –Claudia sabía que este era uno de los momentos más delicados de su plan-, no le voy a decir nada a Elena. Me gustas –mintió- y me apetece mucho hacer todas las guarradas que te he dicho por internet. Ninguna de las guarrillas que te tiras te hará nunca lo que yo. Así que ni se te ocurra decir nada ni a la puta de tu novia, ni a los subnormales de tus amigos…¿de acuerdo?
-¿Pero es en serio? –seguía como en shock.
-Lo vamos a pasar de maravilla, Kevin- dijo Claudia sellando el trato con un beso que él aceptó rendido a ella- Vuelvo enseguida, machote.
Kevin, no salía de su asombro. Todavía no había digerido que la enemiga número uno de su novia fuera al mismo tiempo capaz de volverle loco sexualmente. Él tampoco era muy de pensar las cosas dos veces y menos cuando vio como Claudia regresaba a la carga con un consolador en la mano.
A partir de esa tarde se fueron sucediendo los encuentros sexuales entre Kevin y Claudia. Ella aceptaba de buen grado ser la esclava sexual del novio de su enemiga e iba dosificando inteligentemente las perversiones y los caprichos de Kevin hasta que llegó el momento en el que él ya no dudaba ni por un momento de que Claudia estaba loca por él y que disfrutaba como una loca consintiéndole cualquier capricho sexual que él tuviera.
Al mismo tiempo que Claudia se apoderaba de la voluntad de Kevin, no podía descuidar su papel de sempiterna enemiga de Elena, aunque procurando no tener tantas peleas para evitar que en alguno de sus encontronazos el tontainas del novio se fuera de la lengua. Pero tampoco podía eludir las confrontaciones para que nadie pudiera sospechar un cambio en la conducta que delatara sus planes. Tan segura estaba de que Elena moriría en unos días que se deleitaba con una extraña sonrisa en la cara imaginando el rostro de la maldita pécora ensangrentado y moribundo, mientras recibía patadas sin cesar.
Tras diez días en esa situación, Claudia se sabe la dueña de la voluntad de Kevin y decide acabar de una vez por todas con Elena. Desde la oscuridad de su cuarto cita a Kevin por internet, como otras tantas veces en los aseos más solitarios del instituto, adosados al despacho del jefe de estudios. Esa fue la primera vez en mucho tiempo en que Claudia durmió placidamente toda la noche.
A la mañana siguiente se despertó contenta. Acudió al instituto como todos los días, esperando con una pizca de ilusión el momento de encontrarse con Kevin, no por el sexo si no por dar un paso adelante más en su plan.
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