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Impunidad subjetiva. Parte 4ª

Publicado el 26 noviembre 2010 por Bloggermam
Impunidad subjetiva. Parte 4ª
AVISO: El siguiente relato contiene escenas de violencia y sexo explícitos. Debes ser mayor de edad de acuerdo con la legislación de tu país. Si continúas leyendo será bajo tu responsabilidad.
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El servicio estaba desierto como de costumbre. Dentro esperaba Kevin. Claudia atrancó la puerta a su espalda con una cuña de madera que ya había usado más veces y se fue desnudando mientras se acercaba contoneándose a Kevin, acorralándole contra las puertas de los retretes.
-Hoy estoy muy juguetona –sonrió ella, mientras comenzaba a quitarle la ropa al joven- dame tu móvil.
-No me queda saldo, ¿a quién quieres llamar?
-Ahora no voy a llamar a nadie –guiñándole un ojo-, lo que me apetece es hacer un vídeo guarro con la cámara de tu móvil que es mucho mejor que la del mío.
El muchacho no acertó a responder nada inteligente. Claudia siempre le descolocaba, por lo que sólo acertó a sacar el teléfono, dárselo a Claudia y esgrimir un débil “Vale, pero no saques mi cara”.
Ella ya había tenido tiempo en su encierro doméstico habitual de descargarse el manual de usuario desde internet y estudiar las instrucciones del teléfono, por lo que comenzó la grabación con más soltura de la que hubiera podido tener el dueño del aparatito. 
Empezó la grabación del vídeo haciéndose un primer plano de su rostro y saludando con una sonrisa divertida y maquiavélica. A continuación movió hábilmente el móvil al devolvérselo al excitado joven, de forma que se le pudiera identificar perfectamente a través de los espejos del lavabo que quedaban detrás de ella.
-¿No pretenderás que me grabe yo misma, mientras te la chupo? –increpó dulcemente al niñato que le sacaba de quicio, menos mal que ya quedaba poco de sufrimiento-. Verás que bien lo pasamos…
Gracias a la maquiavélica presentación de Claudia al principio del vídeo y del reflejo del muchacho en los espejos de los aseos nadie podría dudar de quienes eran los protagonistas de la caliente escena y de que aquello no era fruto del azar, si no más bien el fruto de multitud de encuentros sexuales.
Tras el clímax Kevin intentó recuperar su móvil para regresar rápidamente al bullicioso descanso entre clases e intentar aparentar normalidad a pesar de su sofocado rostro, pero Claudia se negó a devolvérselo.
-No guapo, no te voy a dejar que lo vayas enseñando a tus amigos…Me lo voy a descargar a mi ordenador en casa, no te preocupes, lo voy a poner en silencio y no contestaré ninguna llamada.
Kevin intentó replicar, pero Claudia se le abrazó y con su insinuante voz, le convenció.
-Te lo voy a devolver esta noche…a las diez menos cuarto…detrás de la granja del Cojo….en la arboleda…¿has probado alguna vez un trío?...puntual…no digas nada, machote.
El joven sabía que no hacía falta hacer más preguntas. Con semejante proposición no le importaba si Claudia prendía fuego al móvil o lo aplastaba contra un bordillo, de modo que se terminó de vestir machándose  y dando gracias al cielo por ser tan terriblemente irresistible.
Claudia tuvo el tiempo suficiente para comprobar que el archivo se había grabado correctamente, no hacía falta ni que lo retocara en el ordenador de casa. Una vez recompuesta su imagen de chica dura continuó el día con la confianza de que su plan iba según lo previsto. Ya de camino a su casa robó un mantel que acostumbraba a ondear todas las tardes en una casa cercana a la de Kevin. Su ego crecía y ya asomaba por encima del bien y del mal.
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