Revista Diario
Impunidad subjetiva. Parte 5ª
Publicado el 26 noviembre 2010 por BloggermamAVISO: El siguiente relato contiene escenas de violencia y sexo explícitos. Debes ser mayor de edad de acuerdo con la legislación de tu país. Si continúas leyendo será bajo tu responsabilidad.
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A las nueve de la noche ya estaba en la arboleda. Impaciente, repasaba mentalmente los detalles de lo que iba a suceder. El mantel ya estaba extendido en la posición que a ella le interesaba, desde dónde podía ver quién se acercaba a la arboleda por la campa que la separaba de la granja de Jonás el Cojo.
Eran las nueve y media. Kevin debía de estar a punto de llegar. No podía esperar más. En su cabeza sonaba música y todos tenían que salir a la pista central del circo: Elena como víctima, Kevin como tonto necesario y ella como verdugo inclemente.
De modo que asió con decisión su propio teléfono y escribió el siguiente mensaje destinado al móvil de Elena:
“Soy Claudia, stoy n la arbleda d la grnja de Jonás sprando a Kevin, es cierto k has crtado cn él? sta mu raro”
Y sin perder un instante desde el móvil de Kevin envió el vídeo porno a Elena. Para asegurarse de que su enemiga aparecería pronto por la arboleda lo acompañó con el siguiente mensaje:
“Soy Claudia. kieres ajustar cuentas ahora? stoy sola n l arbleda. si tardas subo l vídeo a internet, k mrbo XD“
Al instante apareció en la pantalla del teléfono el aviso que indicaba que el mensaje se había enviado con éxito. Con rapidez borró el vídeo, el mensaje y lanzó el teléfono de Kevin al fangoso arroyo que bordeaba media arboleda.
Elena recibió los mensajes de inmediato. Al recibir el primero se extraño y pensó que Claudia se había vuelto definitivamente masoquista y quería que al día siguiente le diera una buena paliza. Le sacaba de sus casillas aquella salvaje. El maldito mensaje era la guinda del enfado que le había regalado su novio al no contestar a la docena larga de llamadas que le había hecho durante todo el día.
Al ver que el segundo mensaje era de su novio, lo abrió inmediatamente. En lugar de encontrarse con una disculpa por parte de su novio, lo que tenía en la retina de sus ojos era inaudito. El muy idiota le enviaba un vídeo porno ¿a modo de disculpa?
La indignación de Elena se tornó estupor cuando se dio cuenta de que era un vídeo casero en el que había algo que le resultaba familiar. Lo reprodujo varias veces. No cabía la menor duda: el tío con cara de idiota que estaba grabando era Kevin, y la zorra sonriente que saludaba de rodillas al principio del vídeo era Claudia. Quedó petrificada unos instantes, hasta que recordó el texto que le citaba en la arboleda. No lo pensó un instante y salió rauda hacia el punto de encuentro masticando la sentencia que tenía preparada para Claudia: “¡Te voy a matar, puta!”.
Elena camina rabiosa hacia la arboleda que hay a las afueras del barrio absorta en su propia ira, “esa estúpida se ha pasado de la raya”, piensa. Esta vez no la detendrán los lloriqueos o las súplicas, la va a enviar al hospital una buena temporada, o la cementerio que una temporada más larga. No le importa. “Y el idiota de Kevin se va a llevar una buena patada en los huevos”. Pero lo que no va a consentir es que todo el instituto se entere de que su novio prefieres follarse a esa perturbada. La vanidad de Elena nunca había sufrido tanto como con aquel vídeo que atentaba hacia su halo de superioridad adolescente.
En la arboleda Kevin llega puntual.
-Hola, ¿estás sola?
-Tranquilo, mi amiga va a llegar enseguida. En cuanto le he dicho que eras tú el chico no se ha podido resistir…¿qué te parece si mientras llega, me haces lo que te de la gana?
A Kevin no le hace falta que le insistan mucho para dar rienda suelta a sus vicios y perversiones sexuales. Sonríe y apenas le da tiempo a Claudia de llevarle al mantel extendido sobre el irregular terreno, que hará las veces de improvisado tálamo.
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