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Impunidad subjetiva. Parte 6ª

Publicado el 26 noviembre 2010 por Bloggermam
Impunidad subjetiva. Parte 6ª
AVISO: El siguiente relato contiene escenas de violencia y sexo explícitos. Debes ser mayor de edad de acuerdo con la legislación de tu país. Si continúas leyendo será bajo tu responsabilidad.
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El chico está disfrutando de lo lindo. A Claudia no le importa el dolor, que siga, que empuje con fuerza. Todo forma parte del plan. Ella está más pendiente de seguir con la mirada la silueta de Elena que se acerca rápidamente hacia la arboleda sin imaginar lo que está sucediendo al abrigo de los álamos. 
Elena por fin se introduce entre los árboles. Camina con indecisión entre la penumbra y la luz con la que la luna llena riega el turbador paraje. Los gemidos de la pareja la guían y se aproxima lo suficiente para distinguir  perfectamente como su novio está sodomizando a Claudia, mientras ella grita y se retuerce gimiendo exageradamente como si fuera una estrella del cine porno.
Aquella imagen es mucho más de lo que podía soportar Elena que echa a correr hacia Claudia gritando enfurecida, “¡Te voy a matar zorra!” y con ese firme propósito se detiene agarrando una piedra más grande que su mano para abrir la cabeza a su enemiga irreconciliable. Pero Claudia la recibe preparada y espera hasta el último momento para deshacerse del grotesco testigo en el que se ha convertido el muchacho, empuñar el cuchillo de cocina que ocultaba bajo el mantel e inclinarse hacia su derecha para esquivar el ataque de Elena, evitando un buen golpe en la cabeza por pocos centímetros. Claudia contraataca con un estudiado movimiento con el que consigue clavar el chuchillo en el costado izquierdo de Elena, buscando con certeza el corazón de la joven.
El crujido de las costillas y su dolorida mano izquierda por la dureza de la puñalada le confirmaban su victoria sobre Elena.
Kevin, completamente aturdido por la excitación sexual y el asesinato relámpago que acaba de presenciar arrebata el cuchillo a la sonriente Claudia y se abalanza sobre su ya difunta novia.
-¿Qué has hecho, loca? –incrédulo, intenta reanimar a Elena, aunque no sabe que es tarea imposible.
-Lo mismo que iba a hacer ella conmigo –replica Claudia apoderándose del móvil de Elena que yacía en el lugar en el que consiguió la piedra con la que había intentado matarla.
-¡Elena!, responde, ¡Elena, di algo, Elena! -Kevin continúa en shock, y no es consciente de cómo Claudia borra el mensaje del vídeo porno del móvil de la ya difunta enemiga, dejando el  primer inquietante mensaje que envió desde su propio móvil, limpia las huellas y lo lanza contra la cabeza de Kevin.
El joven comienza a reaccionar siendo consciente de la gravedad de lo que acaba de presenciar.
-Te vas a pudrir en la cárcel hija de puta –Kevin acaba de cerciorarse de que Elena no tiene pulso. Pero no va a consentir que Claudia se escape.
-El que va a chupar pollas de dos en dos en la trena –responde Claudia, hinchada por la satisfacción que le producía ver a Elena muerta- vas a ser tú: por violarme a mí, y matar a tu novia cuando lo descubrió. El cuchillo tiene tus huellas, y yo no soy zurda como tú. Todos creerán que me violaste y que mataste a tu novia cuando te sorprendió, porque yo la había avisado de que iba a venir a la arboleda contigo...
Claudia llevada por la euforia que le producía el saber que sus planes estaban saliendo a la perfección, duda por un momento si contarle al estúpido Kevin que todo estaba pensado de antemano, que había picado como un pardillo y que todos habían bailado con la música que ella había puesto. Sólo se pudo permitir esta autocomplacencia durante un breve instante, porque es consciente de que todavía tiene que escapar. 
Cruzar el descampado hasta la granja y pedir ayuda allí le había parecido la parte más sencilla de su maquiavélica intriga. Aunque a pesar de tratarse de una carrera de doscientos metros debe aprovechar la ventaja que tiene sobre Kevin que todavía tiene los pantalones en los tobillos.
El aturdido joven se da cuenta de que está perdido, y que su única salvación está en liquidar a Claudia antes de que ponga en conocimiento de nadie su bien urdida historia. Espoleado por la sangre de su novia que mancha sus manos está convencido de que no va a tener mucha diferencia entre ser condenado por un asesinato o por dos. Así de paso vengará a Elena, y si además consigue ocultar los cuerpos el tiempo suficiente podrá escapar o pensar en buscar a alguien que le aconseje como evitar terminar internado en un centro de menores. 
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