Les juro que esto que les voy a relatar pasó tal cual, sin una coma de más ni de menos, hace unos minutos, después de que sonó el teléfono de mi casa. Me asombré tanto y me quedé tan tildada, que se los vine a contar:
- ¿Señorita Marina?
- ¿Sí?
- La estamos llamando del Banco Citi para contarle de nuestros beneficios exclusivos para mujeres.
- Ahá.
- En este momento usted tiene 26 años, ¿verdad?
- No por mucho tiempo más pero, por ahora, sí.
- Bien, por ser clienta del Banco Citi le ofrecemos un beneficio para que esté asegurada por si llega a contraer cáncer de útero.
- ¿Cómo? ¿Que pague por si me llego a enfermar de cáncer?
- Esto no es una cuota sino un beneficio.
- Bueno, está bien. ¿Y cómo sería?
- Usted tiene adjudicados dos capitales: uno por un monto de 60 mil y otro por un monto de 80 mil pesos, que puede utilizar en caso de que los exámenes le den positivo. Para lo que necesite: medicamentos, atención clínica...
- Ahá, ¿y si me agarro cáncer de piel?
- … por una cuota muy baja que ahora le voy a mencionar. No bueno, éste beneficio es por cáncer de útero.
- Ahá.
- La cuota por una cobertura de 60 mil pesos sería de 23 pesos mensuales…
- Perdoname, quería escucharte pero no quiero hacerte perder el tiempo. Me parece aberrante lo que me estás diciendo.
- ¿Cómo?
- Sí, perdóname, yo sé que esta magnífica idea no es tuya y que vos sólo me estás llamando por teléfono porque es tu trabajo, pero es aberrante que el Banco Citi me quiera vender un seguro por si llego a tener cáncer de útero. O sea, Dios, ni me salen las palabras para explicarte lo aberrante que es.
- No se preocupe, Marina, yo la entiendo. Muchas gracias por la comunicación y que tenga buenas tardes.