Esta mañana me llamó una compañera para contarme la muerte de mi amigo M. Yehia EL MIR EL HALAK, al parecer fue en agosto, como diría Sabina "agonizó en voz baja por cortesía", un infarto fulminante.
Yehia era un hombre bueno, era mi amigo y maestro de muchas cosas, fue mi codirector de tesina, a fuerza de compartir mil horas en el departamento nos hicimos buenos amigos, cosa que no abunda entre los departamentos universitarios acostumbrados más a meterle el dedo en el ojo al vecino que a colaborar.
El tiempo y el trabajo nos separó pero seguíamos manteniendo contacto, hace poco le llamé y no contestó (el trabajo, pensé)...
Recuerdo aquella noche en la que salimos del departamento a las 4 de la mañana tras un experimento en el que tratábamos de medir la capacidad de trasportar un análogo de ácidos biliares de una membrana de la placenta, lo mejor de todo fue el parto, se llama Javi y ahora tiene que tener unos 9 años, le dediqué mi tesina en el primer lugar, después el catedrático corrigió la versión "oficial" para que él estuviese primero en los agradecimientos.
Yehia se reía de esas cosas, siempre con un punto socarrón, prudente y sabio.
Sirva este post como homenaje, como abrazo que le llegue a donde quiera que esté y a los que le quisieron. Termino con la misma cita con la que empecé aquella memoria de tesina, de Gibrân Jalîl Gibran un poeta de su tierra el Líbano.
Protegedme de la sabiduría que no llora,
de la filosofía que no rie
y de la grandeza que no se inclina ante los niños.