He pasado varias horas en trenes este último fin de semana y aproveché para leer In praise of shadows de Jun’ichirō Tanizaki.
Aunque reconozco que he leído pocas obras de Tanizaki, tal vez, junto con Natsume Sōseki sea uno de los representantes más populares de la literatura japonesa moderna.
In praise of shadows es un breve ensayo sobre los principios de los valores estéticos tradicionalmente japoneses en el que el autor nos comunica su preocupación sobre la pérdida de estos valores ante la influencia creciente de occidente.
Si bien, como occidental que soy, en algunas ocasiones las constantes comparaciones entre oriente-occidente pueden antojarse repetitivas e incluso irritantes, en general he disfrutado bastante de esta breve joya.
Me ha gustado especialmente cómo el autor razona el origen de diversas artes tales como la arquitectura o la alfarería y de cómo aquellos artesanos que desarrollaron sus artes en la antigüedad integraron la presencia (y la ausencia) de luz natural en sus obras.
Así pues, discurre que uno no puede disfrutar plenamente una pintura japonesa clásica expuesta a la luz de lámparas o focos modernos debido a que los artistas originales tuvieron en cuenta las sombras presentes en las antiguas estancias habitualmente iluminadas exclusivamente por luz natural o velas.
Me ha llamado mucho la atención cómo ha incluido también la comida Japonesa dentro de estas artes, y expone sus razones por las que cree que la comida japonesa tradicional debe degustarse en estancias poco iluminadas, donde los sentidos, tal vez privados de luz, se acentúan y donde podemos llegar a paladar matices a los que somos ajenos cuando estamos rodeados de luz.
Lectura completamente recomendada a cualquiera interesado en la cultura japonesa.
A mi por lo pronto me ha inspirado para organizar un viaje a algún Ryokan perdido por ahí y degustar algo de kaiseki ryori a la luz de las velas.