Desde hace más de 10 años soy médico y trabajo como tal. En temas de salud tengo el privilegio de opinar desde la cancha y no desde la galería.
Recientemente el Ministerio de salud ha aceptado, validado y recomendado al uso de terapias con plantas medicinales entre otras terapias alternativas. De modo tal que ya nuestro estado no se rige o basa sólo en la ciencia, sino que comienza a creer, respetar y promocionar la medicina ancestral que nace desde las creencias más profundas de un pueblo.
También esto implica y entra a reconocer entre líneas, lo insatisfactoria que está resultando para la gente la medicina tradicional. Medicina que nace basada en la ciencia, pero en las últimas décadas más bien se basa en las ganancias de farmacéuticas, clínicas y corporaciones, más que en el conocimiento científico puro y demostrable.
Esto marca un punto de inflexión que es necesario remarcar, pues no tan sólo se refiere a incorporar las otroras consideradas “medicinas alternativas”, sino que también ello implica el reconocimiento de otra verdad para la salud de nuestros cuerpos u otra fórmula válida para solucionar las enfermedades. Lo cual lleva implícito la aceptación de lo mágico, creencias y deidades de un pueblo, pues las medicinas ancestrales no funcionaban sólo tomándolas, había que respetar y adorar a un dios o dioses determinados para que esta surgiera efecto.
Espero que este reconocimiento de la medicina de un pueblo ancestral, no tan sólo se transforme en una forma de abaratar costos o mantener contenta a la gallada. Sino que también avance hacia el reconocimiento constitucional de los otros pueblos, dando paso a otras verdades, otros modelos y otras formas de existir en este mundo o vuestros mundos.