Según el Servicio Nacional de la Discapacidad (SENADIS), en Chile un 12,93% de sus habitantes presenta algún tipo de discapacidad, es decir, más de dos millones de personas son las que de alguna forma se ven enfrentadas a dificultades para estudiar, trabajar y llevar a cabo actividades propias de una vida independiente.
Actualmente los países -especialmente los más desarrollados- trabajan para intentar proponer acciones efectivas que tiendan a contribuir a la inclusión de personas con discapacidad, ya que desde hace años, este asunto dejó de ser un tema puramente médico, creciendo en su dimensión social. Y pese a que nos encontramos en un camino en el cual nos queda mucho por recorrer, es justo afirmar que en la actualidad algunas empresas e instituciones están trabajando en favor de este objetivo, a través de un aliado clave: la tecnología.
Tecnología y discapacidad son dos conceptos que necesariamente deben vincularse, ya que es el primero el que se encargará de estrechar la brecha que enfrenta el segundo con su entorno. Quizás la relación más conocida tiene que ver con la tecnología como un gran aliado en el ámbito de la rehabilitación física, pero tanto o más importante es el uso de la tecnología para la inclusión digital.
En Chile, actualmente, donde las organizaciones y personas se reúnen en “lugares digitales” en búsqueda de inclusión y mejores oportunidades, no podemos dejar fuera de este fenómeno a quienes, por sus discapacidades, hoy no tienen las mismas oportunidades que el resto de las personas.
Si bien avanzar en estos conceptos es un trabajo de todos, las empresas de Tecnologías de la Información (TI) tenemos mucho que aportar, ya que somos capaces de proporcionar mejoras sustantivas para las personas y comunidades donde operamos, siendo un aporte clave en la normalización de la vida de quienes hoy presentan dificultades: ya sean visuales, auditivas, de movilidad, cognitivas o del lenguaje.
Para lograr una real democratización social, en donde idealmente todos podamos acceder a una vida independiente, justa y sin exclusión, algunas empresas de tecnología hemos incorporado esta visión a nuestra definición de Responsabilidad Social Empresarial, desarrollando tecnologías inclusivas e innovadoras, a través de software gratuitos que permitan masificar el uso de estas soluciones.
Como país tenemos el desafío de acortar estas distancias y poner al servicio de los más necesitados herramientas innovadoras que les permitan llevar una vida normal. En ese sentido, si logramos que todos nuestros esfuerzos se concentren en hacer de la tecnología un bien accesible para todos, estaremos, como empresas tecnológicas, haciendo un aporte sustancial a la sociedad, a través de lo que mejor sabemos hacer: la innovación.
Hans NietoDirector Sostenibilidad y ComunicaciónIndra