– Sí, señor oficial, me llamo Inés.
– Moncada Ramírez, señor.
– Diez y seis, señor oficial, en mayo cumplo diecisiete.
– ¿Otra vez?, es que ya se lo había dicho al otro señor.
– No, señor oficial el Gordo no es pariente mío, pero es como mi papá.
– Pues me ha enseñado muchas cosas.
– Cómo a entender la vida.
– El Gordo dice que esas son pendejadas señor. Que la vida no es así.
– El Gordo dice que la escuela es perder el tiempo.
– Porque ahí no hay varo señor y si es cierto, a nadie le pagan por estudiar.
– ¿Mi verdadero papá?, ese culero se la vive pedo y nos madreaba a mi y a mis hermanos. Una noche el Mario le partió su madre y se largó.
– No señor oficial, le digo que se largó, no lo he vuelto ha ver. Pero seguro está mejor.
– Mi mamá le aguanta todas sus chingaderas a ese, por eso me fui yo también.
– No, al Gordo lo conocí luego, me llevó con él, la Rama.
– No sé señor oficial, así le dicen todos creo que se llama Paty o Nati o algo así.
– El Gordo me da de comer y me dio trabajo, señor oficial.
– Yo hambre no paso señor oficial, haiga que hacer lo que haiga que hacer.
– Pues al principio no me gustaba, me daba miedo, pero estaba bien pendeja y no sabía nada, pero El Gordo me explicó y las otras Doñas también.
– Nel, hay otras putas más chavitas, hay una de trece y le va re-bien a la cabrona.
– Tres veces nomás, El Gordo me dio un pinche té y con eso lo eché pa’fuera.
– No, no era mi hijo, El Gordo dice que esos, son los errores de Dios y que hay que devolverle también a Él sus chingaderas.
– No señor oficial, no sabía eso.
– Desde temprano, como a las diez de la noche empiezo a chingarle.
– Depende, a veces acabo a las cinco de la mañana otras veces hasta las siete, pero eso es los viernes o los sábados.
– Nel, el domingo no trabajo, pero si hay Clientes, ni pedo El Gordo me manda.
– Cincuenta pesos, por una mamada y, por doscientos varos, hasta les digo que los quiero.
– ¿qué si me canso de qué? Señor oficial.
– No, El Gordo me da bicarbonato y me repone en chinga.
– Por la nariz, es olido.
– Chale, no sé por qué se ríe señor oficial.
– Sí, es bicarbonato.
– No lo sé señor oficial, a mí el Gordo me manda a llevar el bicarbonato a otras personas.
– No los conozco, no sé cómo se llaman, a mí na’mas me pagan el bicarbonato y yo le doy la feria al Gordo.
– Señor oficial, yo nomás soy puta, yo no vendo esas mierdas.
– Es por encargo del Gordo yo no sé de dónde lo saca.
– No estoy diciendo mentiras señor oficial, a mi me dijo que era bicarbonato y yo le creo.
– ¡No, por favor señor oficial, no me encierren!
– ¡Quítame las manos de encima cabrón!
– ¡No pendejo, no tengo abogado!
– No sea culero señor oficial, yo no sabía nada de eso, se lo juro.
– ¿Oficial, señor?, ¡no se vaya, no me deje aquí! El Gordo me va a matar si se entera, ¡Por favor!, ¿Señor oficial, señor oficial…?