Revista Diario

Inés

Publicado el 02 diciembre 2011 por Artpalavicini

Inés– Sí, señor oficial, me llamo Inés.

– Moncada Ramírez, señor.

– Diez y seis, señor oficial, en mayo cumplo diecisiete.

– ¿Otra vez?, es que ya se lo había dicho al otro señor.

– No, señor oficial el Gordo no es pariente mío, pero es como mi papá.

– Pues me ha enseñado muchas cosas.

– Cómo a entender la vida.

– El Gordo dice que esas son pendejadas señor. Que la vida no es así.

– El Gordo dice que la escuela es perder el tiempo.

– Porque ahí no hay varo señor y si es cierto, a nadie le pagan por estudiar.

– ¿Mi verdadero papá?, ese culero se la vive pedo y nos madreaba a mi y a mis hermanos. Una noche el Mario le partió su madre y se largó.

– No señor oficial, le digo que se largó, no lo he vuelto ha ver. Pero seguro está mejor.

– Mi mamá le aguanta todas sus chingaderas a ese, por eso me fui yo también.

– No, al Gordo lo conocí luego, me llevó con él, la Rama.

– No sé señor oficial, así le dicen todos creo que se llama Paty o Nati o algo así.

– El Gordo me da de comer y me dio trabajo, señor oficial.

– Yo hambre no paso señor oficial, haiga que hacer lo que haiga que hacer.

– Pues al principio no me gustaba, me daba miedo, pero estaba bien pendeja y no sabía nada, pero El Gordo me explicó y las otras Doñas también.

– Nel, hay otras putas más chavitas, hay una de trece y le va re-bien a la cabrona.

– Tres veces nomás, El Gordo me dio un pinche té y con eso lo eché pa’fuera.

– No, no era mi hijo, El Gordo dice que esos, son los errores de Dios y que hay que devolverle también a Él sus chingaderas.

– No señor oficial, no sabía eso.

– Desde temprano, como a las diez de la noche empiezo a chingarle.

– Depende, a veces acabo a las cinco de la mañana otras veces hasta las siete, pero eso es los viernes o los sábados.

– Nel, el domingo no trabajo, pero si hay Clientes, ni pedo El Gordo me manda.

– Cincuenta pesos, por una mamada y, por doscientos varos, hasta les digo que los quiero.

– ¿qué si me canso de qué? Señor oficial.

– No, El Gordo me da bicarbonato y me repone en chinga.

– Por la nariz, es olido.

– Chale, no sé por qué se ríe señor oficial.

– Sí, es bicarbonato.

– No lo sé señor oficial, a mí el Gordo me manda a llevar el bicarbonato a otras personas.

– No los conozco, no sé cómo se llaman, a mí na’mas me pagan el bicarbonato y yo le doy la feria al Gordo.

– Señor oficial, yo nomás soy puta, yo no vendo esas mierdas.

– Es por encargo del Gordo yo no sé de dónde lo saca.

– No estoy diciendo mentiras señor oficial, a mi me dijo que era bicarbonato y yo le creo.

– ¡No, por favor señor oficial, no me encierren!

– ¡Quítame las manos de encima cabrón!

– ¡No pendejo, no tengo abogado!

– No sea culero señor oficial, yo no sabía nada de eso, se lo juro.

– ¿Oficial, señor?, ¡no se vaya, no me deje aquí! El Gordo me va a matar si se entera, ¡Por favor!, ¿Señor oficial, señor oficial…?


Inés

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