La cancelación de la carrera de Bahrein fue un golpe muy duro que recibió Bernie Ecclestone en particular, y la F1 en general. El abuelo lo hizo de forma brillante, pues esperó a que la decisión de la cancelación la tomase otro, para así tener la posibilidad de esquivar los gastos de cancelación del evento, y endiñárselos así al imprudente que tomó la decisión. Viejo Ecclestone ¡algún día te echaré de menos!
Pero según Adam Parr, el jefazo de Williams a la sombra de Frank, la decisión de que no se celebrarse la carrera en el desierto ya la habían tomado la mayoría de los equipos, que habían decidido no viajar al emirato, dijese lo que dije Bernie. Parr no quiso concretar, pero dijo que Williams no iba a viajar a Bahrein por el clima de inestabilidad, por la inseguridad reinante, bla, bla, bla.
Esto lo dijo Parr a toro pasado, cobardemente, cuando el príncipe, rey, presidente, cacique, el gobernante de turno en Bahrein ya se había lanzado a la piscina y había cancelado la carrera. Si Parr hubiese dicho estas palabras antes de que se cancelase la carrera, habría generado una tormenta en la F1, pues la parte pequeña del negocio se rebelaría así contra el gobernante Bernie; sería como decirle “abuelo, no te esfuerces, porque en Williams nos importa un bledo lo que decidas y no pensamos ir a un lugar en plena revolución”. Hubiesen quedado muy bien, y varios equipos se habrían unido rápidamente a esa iniciativa y el boicot ya estaría caminando.
Bernie montaría en cólera, seguro, y amenazaría a los equipos con demandas multimillonarias que los equipos se las pasarían por el forro, pues saben a la perfección que Bernie necesita de ellos. El amigo José Arce se preguntaba acertadamente si la culpa de lo que sucede en la F1 actual es de Bernie o compartida con los equipos, igual de usureros que el cyborg Ecclestone.
La actitud de los equipos me parece pusilánime, escondiéndose mientras otros dan la cara, permaneciendo cómodamente en la sombra sin decir lo que piensan, sin hacer públicas sus determinaciones por pura usura, traicionando a su propia voluntad e ideas por la comodidad de su sillón, esperando que otros tomen las decisiones sobre aspectos que ellos dicen tener ya decididos. Y no me lo creo, pues hubiese sido muy fácil quedarse callado y dejar pasar la tormenta del desierto, pero tenían que abrir la boca, y qué mejor que en Williams, que siempre fueron el adalid de la disensión en la F1, una gente que siempre defendió su empresa ante todos. Y tampoco me creo que si se hubiese decidido ir a Bahrein, Williams F1 no hubiese viajado; habrían hecho como los demás, quejarse, empacar, protestar airadamente, empacar, amenazar con no ir, empacar, y finalmente, viajar a Bahrein con el culo apretado y la garganta dilatada.
Lo que han hecho es defender su empresa, pero traicionando sus ideas y una dignidad que ya pocos nos creemos.
El trozo de pastel es el quid de la cuestión. Nadie quiere renunciar a su parte, es más, todos quieren una porción mayor, y si es posible, con pasas.