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Infiernos Argentinos (Capítulo 2)

Publicado el 01 noviembre 2014 por Pablo Ferreiro @pablinferreiro

Infiernos Argentinos (Capítulo 2)

Infiernos Argentinos (Capítulo 2)Me desperté con lagañas y asqueado del olor a lord Cheseline, había dormido frente a la computadora, el tatuaje seguía ahí junto al mapa. Si es una broma vale la pena caer en ella, pensé. Tomé los antidepresivos y me dirigí al primer infierno marcado en el mapa, por suerte no era muy lejos: Coghlan, apenas a treinta minutos de mi casa en José León Suárez. Lo poco que conocía del lugar era por haberme confundido de tren alguna vez. En Coghlan, estación hermosa, inglesa, solo bajan los que se equivocaron de ramal, huyen rápido de allí camino a Drago. En eso puede pensarse como un lugar maldito. Es un barrio medio vacío, insignificante dentro de la ciudad. Con chalets y casi ningún negocio.  Caminé por allí un par de horas, no veía nada extraño, nada que me dijera que ahí pudiera haber un infierno, mucho menos señales de Clara. Busqué algún tipo con tatuajes que pudiera orientarme.  Un cartonero caminaba apurado como alma que lleva el diablo, intenté atajarlo, pero, con ojos saltones me gambeteó:-Huya mientras pueda amigo, cruce la avenida Balbín, yo se lo que le digo. El ciego, el ciego.-¿Que ciego?El tipo dejó el carro en medio de la calle y se mandó un pique que envidiarían los basureros. Comenzó a llover, Buenos Aires se puso negra. corrí a refugiarme en la estación, un tipo esperaba el tren. Se me acercó lento:-Monedas, monedas. Necesito operarme. Monedas por favor. En estos casos me niego evitando el contacto visual. El tipo tenía un olor parecido al de agua salida de la rejilla del patio.  El hombre insistía, me puse en guardia.-¿Quiere un pucho?El andrajoso no tenía párpados,  pero de alguna manera podría jurar que me miraba fijo. Era buena señal-Si usted me lo prende…Un tipo se acercó, al ver al ciego salió corriendo. Antes revoleo un botellazo sin puntería. -Tal vez pueda ayudarme. Buscó a una muchacha, se llama Clara.-No he visto a nadie por aquí, solo a usted.- Sabe quien esta a cargo de este infierno?-Claro, hombre. El diablo. ¿Quien más?-Pero aquí no hay nadie-Estamos nosotros-Si se va a burlar me tomo el tren. Necesito información-Como dijo que se llamaba la muchacha?-Clara-No, la ultima muchacha que llevé se llamaba Mercedes creo. Tal vez la suya se tomó el tren. Acá los días de lluvia muchos se toman el tren para matar el tiempo.-Qué quiere decir con muchacha que se llevó?-Trabajo para guiar el alma de los muertos hacia el final. Mientras tienen alma sufren, sin alma estos lugares son, como decirlo, más llevaderos.-El diablo se queda con el alma...-Pero la devuelve a su dueño, se la presta. Mientras tienen alma tienen esperanza, el peor de los males-Pero yo estoy vivo-El infierno está lleno de vivos. -Entonces trabaja para Dios -Trabajo para mí. ¿Tiene monedas?-Pero está en el infierno.-Es difícil irse de la casa de los padres, pero uno se pelea cada tanto -Porque corren cuando lo ven?-Porque algunos son muy prejuiciosos, otros tienen miedo de dejar su alma porque piensan en volver a vivir. Muchos tienen miedo, otros están cómodos. Hay de todo en la viña de Satán. Los vivos por lo general son los que más tardan en darse cuenta que están muertos, que están en el infierno. Ese es su caso.-Me confunde. Si no sabe donde está Clara, tendré que probar en otra parte.- No la va a encontrar, es un juego y va a perder. Si quiere yo puedo ayudar, evitarle tanto sufrir.-Prefiero a Clara.-Sufrir.-Hasta luego- Me va a dar una moneda o no?Le dí un peso de un vuelto y me rajé. Caminé para el lado de Drago. En el camino, mientras reflexionaba sobre el porque Coghlan era un infierno y porque no decirlo, evaluaba la propuesta del ciego, un muchacho se toqueteaba con una niña de unos catorce años, bien desarrollada. -Encontraste tu mina?-No te reconocí con la bragueta baja.-Te quedan 29 días, proba en otro lugar. -Tal vez le pida al ciego que me saque.-Podés salir solo, no le des bola al ciego.-Seré curioso. ¿Porque está acá ese pobre tipo?-El destino, mi trabajo. A los que jodo mucho los recompenso. No la pasa tan mal.-Entiendo.-Bueno andá que estoy ocupado (la nena sonreía)-No me pareció tan duro este infierno, me sentí bastante bien-Tal vez no sos tan santo.-No veo nada malo.-La soledad es uno de los peores infiernos, si no la encontras te vas a dar cuenta dentro de poco. No te olvides de escribir.
Rió y volvió a manosear a la pendeja. El tren estuvo parado varios minutos en la estación, una madre con un niño ciego pasó pidiendo monedas, le dí varias.

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