Novato
Uno de mis profesores del seminario me contó la siguiente anécdota. Eran los años de la ebullición post-conciliar y parecía que todo en la Iglesia Católica Romana debía renovarse. Pues bien, mi profesor era entonces alumno y en su clase. un catedrático de teología les dijo algo parecido a lo siguiente.
—Supongo que ustedes esperarán una clase participativa en la que puedan exponer sus ideas y contrastarlas con las mías, para sí avanzar juntos en la teología sistemática.
Asentimientos, parabienes y exclamaciones de felicidad acompañaron la invitación del catedrático.
—Pues no podrá ser. ¿Qué ideas van a poder aportar si no saben nada? Aprenda primero y luego ya tendrán algo que aportar.
Planchazo monumental. No sé si le replicó alguien, pero imagino que no. A primera vista el argumento del catedrático es sólido. ¿Cómo se puede discutir de teología con el puñadito de ideas dispersas que tiene un seminarista normal? ¿O cómo discute de física un estudiante con su catedrático? ¿Qué puede aportar un novato?
¿No eres novato? Malo.
Para crecer hay que hacerse novato. Basta que te asignen o te asignes una actividad nueva y ya te tienes que enfrentar a un territorio desconocido. Vuelta a explorar, vuelta a descubrir y vuelta a sentir esas sonrisitas nada beatíficas de los veteranos. Pero la alternativa es carecer de iniciativa, y eso, en esta economía, pinta muy mal.
¿Qué hacer?
Mirar, Imitar, Quedarse con lo que funciona.Ni acobarderse ni arrogarse. ¿Qué debe hacer un novato? Aprender, que viene de aprehender, esto es tomar algo. Si todavía estás recordando tus tiempos de pupitre y dictado, levántate: el Señor Aprendizaje está loco de amor por la Señora Iniciativa. Sin ella, el pobre Aprendizaje se aburre, se deprime, se siente como un tirano que todos aman en público y desprecian en privado. Pero con ella, el cielo se perla de estrellitas a medio día, las flores sonríen, y los pajaritos bailan en coro con los gatitos y las luciérnagas; el mundo se descubre en una inmensa aventura tras otra y todo se hace cada vez más maravilloso mientras se desvanecen los miedos.
Si esto es válido para la academia, más lo es para el mundo del trabajo. Es más, fuera de la escuela, el aprendizaje exige iniciativa. No está mal que las empresas organicen cursos, pero el novato, no debe esperarlos ni conformarse con eso. Hay que preguntar, arriesgarse a parecer tonto para no serlo, ir más allá de lo que se supone que tiene que hacer. Descubrir los trucos de los viejos y sus defectos, que mal que les pese no serán pocos.
¿Cómo?
Preguntále a un niño: Mirar, Imitar, Quedarse con lo que funciona.
Más allá de aprender
Una forma mejor de hacerloPorque uno sea un novato en algo, no significa que sea un novato en todo. Pongamos por caso que entres a trabajar en una empresa de transporte. ¿No tienes ninguna queja? ¿No se te ha ocurrido nunca un “si yo fuera esto haría esto otro”? ¡Perfecto! Ahora comienza tu oportunidad. Descubre si lo que se te había ocurrido, es realizable, oportuno o si no habría otra forma mejor de hacerlo. El primer día es el mejor momento para empezar a empezar; orienta tu iniciativa de aprendizaje a eso que ahora tienes la oportunidad de mejorar y empieza a hacer preguntas. Descubrirás con quienes se puede contar para hacer algo, con quienes no y hasta de quienes debes cuidarte.
No se trata de llegar y pretender saber más que nadie. Se trata de llegar y buscar aprender de todos para poder avanzar una mejora real. La forma más segura de hacerlo es con las pequeñas cosas, apoyarse en la gente correcta y conseguir un pequeño triunfo para todos.
Graba en la mente tu idea de que debe existir una forma mejor de hacerlo. Si no se puede mejorar la fórmula de la Coka Cola, quizás sí la forma en que se manipulan los ingredientes para aprovechar mejor el producto, o causando menos gastos, o con mejor transporte. No se trata de enseñarle a tu abuela cómo guisar un huevo, sino tener los ojos abiertos para lo que hace bien y aprovecharlo y ver si, por ejemplo, hay una tienda nueva con mejores huevos.
Te equivocarás
Los que no cometen errores, no trabajanTienes la ventaja de ser novato, se supone que te equivocarás. Tú mejor compañera es la humildad y no su hermana fea, la auto-compasión. Sigue la humildad cuando te proponga aprender; huye de la auto-compasión si te dice “que no puedes hacer nada hasta que pasen no se sabe cuantos años”. Propón cosas, no las ejecutes todavía sin dar cuenta a nadie, ni digas la primera ocurrencia que te ronde la cabeza, piensa tu propuesta, pero no la abortes por miedo. Hasta en las negativa podrás aprender.
No se aprende a tener iniciativa sin iniciar nada.
Si esperas a ser veterano para emprender tendrás un sutil problemilla. Sí, serás veterano en tu puesto, pero un novato absoluto en tener iniciativa. Y reza para que entonces todavía tengas a alguien a quien preguntar, que áquel señor mayor que tenía que programarte porque no te atrevías a hacer nada por tu cuenta, no se haya jubilado. Y te encuentres, como algunas veces se ve en algunos jefes, que conoces perfectamente la rutina, pero ¡ay de tí si hay algún cambio! Ya no tendrás donde esconderte.
Siembra ahora
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