Como señala Hobsbawn (1995) vivimos en un mundo en el que no
sabemos a dónde nos dirigimos, ni tampoco a dónde deberíamos de
dirigimos. Es la dificultad en definir el modelo de sociedad que desearíamos,
más allá de la cotidianeidad y de los problemas y necesidades
que van apareciendo.
La contribución de la iniciativa social al Trabajo Social Comunitario
no supone, a pesar de su relevancia en la actualidad,
una novedad. El Trabajo Social se ha encontrado
desde siempre vinculado y comprometido con las actuaciones
emprendidas por personas, grupos e instituciones
sociales.
Sin embargo, en la actualidad, las entidades de iniciativa social se
han convertido en uno de los fenómenos sociales más importantes en la
configuración de la Sociedad del Bienestar. Las corrientes teóricas y
las prácticas sociales muestran una clara reconfiguración de las relaciones
entre los distintos sectores en los que se dimensiona la sociedad:
Estado, mercado, entidades de iniciativa social o tercer sector y redes
primarias o solidarias.
Las entidades de iniciativa social adquieren un papel de vital importancia
en la definición, gestión e implementación de las políticas sociales,
en la configuración relacional de los sistemas sociales, en los nuevos
escenarios de participación ciudadana, en la descentralización de la
gestión social, en definitiva, en la vertebración del tejido social. En este
sentido, el Trabajo Social, tiene el reto de fomentar y movilizar el fenómeno
asociativo, mejorar y apoyar a las entidades de iniciativa social e
incorporarlas en los procesos de intervención en, para y con la comunidad.
Palabras clave: sociedad del bienestar, gestión compartida, participación
integral, relaciones en red, redistribución de posibilidades, identidades
comunitarias, partenariado local, permeabilidad social, estrategia
relacional comunitaria.