¿Hacia dónde va la vida? ¿Qué quiero ser de mayor? Aún ahora, siendo ya mayor, me hago esa dichosa pregunta. Antaño ya estaba el camino trazado. Ya había un sendero por el que debía caminar. De golpe, un precipicio: decisiones, elecciones...
Nos dejan demasiado libres y, ¿acaso no queremos libertad? En ocasiones no. A veces necesitamos que nos guíen, repetir como monos todo lo que nos dicen que tenemos que hacer.
Pasan los años, los días se convierten en fotocopias, cada vez más descoloridas. Aparece en nuestro rostro la fatiga, el cansancio de la rutina, pinceladas de amargura y frustración.
Nos estancamos, nos hundimos... ¿cómo se avanza? Nos perdemos.
Y a veces nos quedamos así hasta morir.
Ahí va, otra gota efímera que se pierde en el océano sin dejar rastro.