Revista Diario

Instinto gris

Publicado el 17 agosto 2014 por Colo Villén @Coliflorchita
¿Qué es esto que siento? ¿Por qué al oír el llanto de mi hija tengo el impulso de tomarla en brazos, de susurrarle, de cubrirla de besos? Ah, ya sé, debe ser instinto.

¿Qué será esto que siento también? ¿Por qué me pongo alerta cuando alguien se aproxima demasiado, cuando invaden nuestro espacio, cuando toman la iniciativa de tocarla o la observan muy de cerca? Ah, ya sé, seguro que es instinto también.¿Y qué ocurre cuando quién perturba esta aura de seguridad es también hija mía? ¿Qué sucede cuando das prioridad a una de las dos? ¿Qué puedo hacer si en ocasiones sus actos me incomodan hasta la agitación? ¿Qué puede ser?  Ah, ya sé, será cansancio... será falta de recursos… será… Parece que duele aceptarlo, ¿verdad?, pero si miro en mi interior lo veo claro. Sí, también es instinto diría yo. Es algo visceral, puedo aplicarle razón pero eso no cambia lo que siento.  Y sentir esa especie de rechazo en momentos puntuales escuece. Mucho. Hasta la locura.Se habla de instinto e imaginamos un tesoro, una guía sabia e impetuosa que nos empuja a ciegas al lugar oportuno mostrándonos las herramientas adecuadas para desenvolvernos ante cualquier situación.¿Y qué hago con este sentimiento indeseado que me habita? ¿Cómo convencerme de que así debiera ser? ¿Qué lugar se supone que debo ofrecer a esta inquietud que no desea saltar por la ventana?Me había preparado para el cansancio, para la falta de tiempo para una misma y para tratar adaptarme a las necesidades de las tres, cada una transitando momentos tan diferentes. Me había preparado incluso ante el recelo que pudiera presentar la mayor. Pero no contaba con esta batalla emocional que me desconcierta y fulmina, no había previsto la explosión a cada instante, la agresividad en ella ni el dolor. ¿Quién puede entrenarse para esto?Me harían falta un par de manos más (al menos), un nuevo corazón (no dividido ni viciado) y la visión tranquila del que observa desde afuera, sin nada que perder ni ganar.Pero toda adversidad tiene su luz y ahí nos aguarda el sol con una nueva oportunidad a la que llamamos día. Y comprendo que tengo por delante muchas horas para construir mi mundo, que poseo muchas miradas atentas y un pozo infinito de caricias y mimos por repartir. Asumo que soy un pilar importante en sus vidas. Y así se pinta la sonrisa en mi rostro y se me rizan de amor las pestañas. Y puedo recoger las disculpas que arrojamos anoche al suelo del dormitorio y dejarlas dobladas bajo la almohada (por si acaso).Acepto estos sentimientos encontrados, este bullir en la sangre y este chirriar en el corazón. No nos desgarraremos, al fin y al cabo, cuentan que sólo es una etapa… A mí no me basta con eso, creo que en cada surco abierto caben mil sentimientos y, además, se cuelan los bichos. Yo deseo pintar mi realidad, por eso no me conformo, por eso tal vez sufro, me retuerzo, cojo impulso y me crezco.Instinto gris



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