Por fin terminé de leer "Intemperie" de Jesús Carrasco. No es que el libro sea pesado y por eso que haya tardado tanto, ni mucho menos. Es responsabilidad exclusivamente mía, ya os conté que en otoño me cuesta una barbaridad leer y no miento. Cuando terminé de leerlo mi marido me preguntó si me había gustado y le contesté "¡Qué pena que Clint Eastwood no haya leído intemperie, porque haría una película del oeste maravillosa!" Ya me imagino una especie de "Sin perdón" a la española, o tal vez sea a la castellana o extremeña, una película del oeste seca, dura, emocionante. Se nota que me ha gustado ¿verdad?
La historia comienza con un niño que se esconde en medio del campo, desde su agujero observa como lo buscan los hombres del pueblo. El niño va huyendo, escapa del pueblo, de "el alguacil" personaje oscuro y violento que lo ha sometido a su voluntad demasiado tiempo. En su dura escapada el niño se encuentra con "el pastor" un hombre anciano que cuida un exiguo rebaño de cabras en mitad del campo.La aventura se va tejiendo poco a poco porque el autor presenta un gusto preciosista por el detalle, por describir sensaciones de forma que uno los interiorice y los sienta como propios.En todo momento el punto de vista que adopta es el del niño y desde esa mirada tendréis que asistir a episodios de violencia extrema, donde la supervivencia es muy complicada. el agobio y la sensación de abandono es una constante. Me gustan los paisajes, en los que me reconozco, me gusta la precisión con la que el autor llama a las cosas, pero si es que hasta ha utilizado mi palabra favorita del español: trampantojo, sólo por eso, ya le ponía un monumento en Badajoz. Un poco más en serio, Jesús Carrasco, llama por su nombre los diferentes aperos de las bestias, las orzas, los árboles y arbustos que el protagonista encuentra en su camino. Ese trabajo, ese gusto por llamar a las cosas por su nombre enriquece el paisaje, el ambiente y desde luego mi vocabulario.Hace poco, en la entrada sobre la presentación de "Teoría del Fracaso", hablaba sobre la necesidad de que las novelas empleen otro decorado para su desarrollo, que todas las cosas no han sucedido, ni sucederán sólo en Madrid o Barcelona. Es necesario recuperar los pequeños pueblos para la literatura y el autor de esta obra lo nos ha regalado lo rural, la sequía, y sí, la intemperie como presencia constante en la novela, como si fuera un personaje más. Recientemente encontré un enlace en "El País" en el que el autor se expresaba en términos similares y me emocionó, la verdad. Aunque diréis eso de consejos vendo que para mí no tengo, no puedo dejar la ocasión de recomendaros una vez más que paséis por el club de lectura de Pedro Ojeda Escudero, que durante el mes de octubre se ha volcado con esta novela.Una última súplica: Por favor Clint, lee "Intemperie" y haz la película, que te va a quedar genial.