Internet, tejido poroso

Venga, vamos a cumplir los plazos que nos prometimos, pese al calor y la pereza y las poco apreciadas obligaciones estivales como ponerse moreno o pasear por la playa. Resulta que estos días estoy usando bastante internet, por eso del tiempo libre. Al ver los avances tan impresionantes que suceden con tanta normalidad en el sector tecnológico inevitablemente me vienen preguntas como ¿hacia dónde nos lleva este camino?, ¿qué fronteras nuevas hallaremos al finiquitar ese concepto de tiempo contra el que nos hemos enfrentado hasta hace poco y desde el principio de la historia? ¿qué nuevos estados de conciencia surgirán en mi especie? ¿cómo mirará el horizonte y a sus semejantes? En mi caso, reflexiono mejor escribiendo, así que ante el folio virtual en blanco ya no digo que trato de escribir sino de reflexionar. Suena mejor, me miran raro.

La red es un océano inmenso, un medio muy potente, juvenil, desenfadado, novedoso, libre, caótico, atractivo, sin casi instituciones formales. Me doy cuenta de que voy en mi barquita a la cola de todo, por entre miles de islas colonizadas, variopintas, remando con 3G en estas horas de “navegacion crítica” que sin ser pretencioso dejaremos en no ociosa. Concluyo que la virtualidad es como la realidad, que la red es como la calle pero en desinhibido: nos desdibuja para volvernos quienes no somos sino quienes seríamos o quienes somos realmente y no podemos ser, que nos descompone y teletransporta desde el sillón en el que por ejemplo estoy, con un televisor apagado, hasta tu casa, una cafetería o un banco-de los que no tienen cadenas ni plazos inexorables, órdenes de desahucio para invisibles, personas solas, sin empleo, familias con menores que nunca saldrán en los periódicos y a los que dichos bancos han mandado “ejecutar” con espantosa frialdad al poco de ser ellos mismos rescatados de sus correrías al monopoly por los gobiernos de turno, en una genuflexión acostumbrada, en la que se consiente que cuando ganan ganen y cuando pierden sigan ganando y perdamos los demás-de una plaza cualquiera en un lugar cualquiera de un país cualquiera.

La red nos ha brindado también en su anonimato una particular simpatía entre nosotros, no siempre real ni inocente. Pero creo que tiene muchos mas aspectos positivos que negativos: es un almacén inmenso de conocimientos, aplicada con inteligencia en el mundo laboral genera nuevas oportunidades, mejora las existentes, sirve para establecer redes de trabajo entre puntos muy distantes que sería imposible establecer de otro modo, también puede transformar la soledad dándonos una identidad frente a la multitud y la distancia. Bien, y muchos mas, sin duda.

Ocurre que hay hechos que aparte de opinar sobre ellos deben aceptarse: negar que todo cambia a una velocidad estratosférica es de ciegos, abrazar este cambio sin mesurar sus consecuencias, de inconscientes. La tecnología debe estar al servicio de las personas para facilitar su vida, como una nueva herramienta social de interacción. No puede ser otra nueva frontera economica-cultural que pongamos al abrir las puertas del tiempo. Si el mundo globalizado es uno, trino, debe verse realmente en la interconexión de las personas-no en la pérdida de redes-, en la capacidad para avanzar entre todos en la superación de las hoy ya injustificables desigualdades que ahora encuentran en internet un tejido poroso en donde es mas difícil contener la verdad. Antes la historia precisaba de perspectiva, años para que se diluyera la fuerte reverberación de los discursos convenientemente sesgados por historiadores oficiales a sueldo. Ahora la evidencia las traspasa siempre que no perdamos el interés por escucharla. Ese es uno de nuestros problemas de hoy, nuestra falta de interés.

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