Un sin fin de emociones y sensaciones, radiantes y fulgurantes, vibrantes y muchas son llevadas a la velocidad de la luz al cofre infinito de tus mejores sucesos. De repente la/lo recuerdas a el/ella, piensas en cada momento que llevas fundido en tu pecho, sientes como el alma se sacude al sentir su presencia y puedes perder hasta la paciencia, intentando tal vez tenerlo/tenerla de nuevo a tu lado.
Hay momentos que han marcado tu vida, pueden simbolizarse con palabras, besos y demás, pero hay uno en particular que te hará estremecer al flujo musical de tus fantasías.
Un recuerdo en particular que probablemente se llevo a cabo más de una vez, un momento intimo y sin igual, un recorrido por cada milímetro de su piel y pensamientos; muchos lo denominan sexo, yo prefiero denominarlo el instante de conexión más cercano donde se hace el amor. No prefiero llamarlo de la primer forma, ya que en el sexo se tienen en cuenta aspectos superficiales y banales, y mayoritariamente no hay similitud de sentimientos, haciendo que la unión que este conlleva pierda su significado y ya no será necesario conocer y estar con la persona especial de tus sueños. Puede que con el correr de los besos se logre la excitación, pero la magia de este momento se pierde por los pasajes de tu personalidad.
Hacer el amor, no se hace con cualquier persona, se hace con alguien que sin duda alguna a trascendido en tu vida, un momento maravilloso, donde ambos logran presenciar las curvas inconsistentes que recorren su silueta, pensando y recordando un vinculo que antes ya había comenzado y que difícilmente olvidaras; y este te permitirá vivir el momento intimo final.
Este suceso contiene el amor celestial de uno con respecto al otro, pensando e imaginando el lazo inquebrantable que no es posible deformar. Exponencialmente este encuentro permite la posterior comprensión del otro, sin lugar a dudas el momento de amor perpetuo y duradero, que traspasa cualquier frontera sideral.
Quisiera que, en algún momento futuro la segunda definición vuelva a ser importante, logrando que las respuestas relevantes y trascendentes sean escuchadas y el amor latente no finalice con el flujo malvado de los sin sabores que nos acompañan y empañan.