Intoxicados

Publicado el 18 agosto 2018 por El Perro Patricia Lohin @elperro1970
© Ricardo lúcidos

Sábado. Aparentemente el día arrancó privándose de amanecer. Para cuando salí a la calle el cielo era un piso de cemento gris que a mucha gente se le empezó a desmoronar sobre sus cabezas a mitad de mañana.
Un señor intenta convencerme sobre las 11 a.m de que hace frío, mucho frío. Que el viento es tremendo y de que el día es una mierda; por no extendernos a la vida en su totalidad ya que estamos. Si vamos a ser trágicos tiremos manteca al techo. Bueno, la manteca está cara… tiremos otra cosa.
Le explico gentilmente que no tengo frío, que llegué sin abrigo, y que estuve todo el invierno corriendo al aire libre, que me gusta el frío.
Pero no hay cachete, no quiere escuchar. Entra una clienta y exige que le diga que hace frío. Para la clienta está fresco.
Ni siquiera llegamos al empate técnico.
Cambio la música y pongo a Los Cafres.
Mi microclima existencial está a punto de quebrarse. Se me fisuró el traje de IronMan, debe ser porque estoy en esos días de emociones volátiles.
¿Hace frío y yo no lo siento?

Hace un tiempo leí sobre un método alternativo para dejar de fumar: decía que había que intoxicarse en vez de privarse.
¿Quiere dejar el cigarrillo? Si fumaba 20 fume 40. Atabáquese. Una historieta de esas.
Entonces ¿por qué no atabacarse de negatividad antes de salir a la calle? Fumar sin filtro cigarrillos largos de desesperanza hasta que que la mismísima pesadumbre se harte de esta existencia y se vaya a Marte a beber agua salada.

Poner el despertador más temprano y explayarse sin restricciones ni censura en todos los dramas existenciales que uno pueda imaginar.
Dejar que las polillas tomen el lugar de las mariposas y siembren ideas trágicas sobre la vida, la soledad, sobre no encajar, no cautivar, no gustar, sobre estar gordo, feo, apestoso, no ser amado, no servir; y ya que estamos pensemos en una posible quiebra monetaria, una facturita de gas que venga el triple de la anterior y no poder subsistir más.
Si la vida es una mierda caguemos olímpicamente el inicio de la mañana con dramas inexistentes.
Y unos minutos después de terminar la lista, al llegar al límite del ridículo y a la extremaunción propiamente dicha; luego de imaginar una tormenta de meteoritos sobre nuestra casa, estallar en una carcajada sonora y ridícula, tan fuerte que rompa los vidrios y los esquemas.
Eso sí, después de todo esto se aconseja tomar café descafeinado; antes de salir a la calle.
Patricia Lohin