Y es que aquí, cada cual interpreta los gestos como le da la gana. Si yo cojo la bandera española, pues soy cojonudo, pero que no se me ocurra ponerme la catalana al cuello, porque es una falta de respeto hacia la nación española y con la que cosecho éxitos. Me pregunto si hubiesen criticado al deportista que hubiese colgado en su twitter la bandera andaluza, cántabra o canaria. Me pregunto si le hubiesen hinchado a insultos, aunque está meridianamente claro que no hubiese pasado de simple anécdota y, por supuesto, sería algo que no hubiese aparecido en los medios de comunicación. Parece bastante claro que solamente hay problemas con Cataluña, lo cual puede ser, hasta cierto punto comprensible debido al sentimiento anti español de muchos catalanes, muchos de los cuales no dudan en decir que son catalanes y no españoles, mientras que otros lucen con más o menos orgullo la bandera española.
En definitiva, esto demuestra la relación amor-odio que existe entre España y Cataluña, entre Cataluña y España. Una buena porción del equipo de waterpolo que recientemente se ha llevado esta medalla de oro era, como acabo de comentar, de procedencia catalana. En la versión masculina ocurre tres cuartos de lo mismo. En otros deportes, como el hockey hierba, más de lo mismo. En natación sincronizada también hay unas cuantas, comenzando por la nueva estrella y líder del equipo, Ona Carbonell, a quien precedieron Gemma Mengual y Andrea Fuentes, catalanas también. De todas las medallas que la delegación española consiguió en los pasados Juegos Olímpicos de Londres, no pocas llegaron de manos, o bien de manera exclusiva o bien en parte, gracias a deportistas catalanes. Gente como Joel González, oro en taekwondo, y nacido en Figueras. Como Mireia Belmonte, doble plata, nacida en Badalona. Como Saúl Cravioto, plata en piragüismo en Londres y oro en Beijing, nacido en Lérida. O qué decir de los hermanos Gasol, Victor Sada o Juan Carlos Navarro en baloncesto, todos ellos catalanes. O como las citadas en natación sincronizada, que nos trajeron dos platas en Beijing y una plata y un bronce en Londres.
En fin, que podrían haber dos soluciones posibles a este problema:
- Por un lado, que acepten la independencia de Cataluña. Así no habrá problemas de catalanes que jueguen con España y nadie se quejará de que pongan esteladas en su cuenta de twitter.
- Que todos los que insultan hagan un esfuerzo y no se molesten de igual manera que no se molestan cuando vieron a Belmonte en los pasados mundiales con la bandera española al cuello.