Que los dioses emerjan del cincel que ordena la piedra y recurran al sacrificio, podría ser una frase enigmática, al final sólo es el encargo de una tribu. Y los dioses sólo reflejan el karma, ya establecido en el cosmos y organizan esa energía invisible que emana en el tiempo, debido al comportamiento de la personas. Podría ser una concatenación de ideas, la sucesión de hechos encadenados uno tras otro, que dependen de un surco estigmático que deniega nuestras circunstancias abyectas o inimaginables a la orden de una mínima especificidad.El aire sacudió las cortinas y las elevó de tal manera que semejaba un dosel. A la sombra toda forma es un ente. Ella escuchó su nombre y al voltear sonó un ruido chirriante que le cruzó el occipital y terminó atravesando la pared a una velocidad que se mezcló entre danzas y festines que a lo lejos daban los jíbaros* que ella tanto apoyó con sus curaciones y estramonios. La noche caía de bruces y él supo que podría extender su universo y sonrío. Por unos segundos la observó y sintió una jaqueca que le perforó el cerebro y un dolor de oído extremo. Cuando llegó a Lima sentía una migraña ensordecedora que lo empujó a visitar a un par de médicos. Seres que nunca pensó indispensables, sin embargo, allí estaba esperándolos. Se hizo un par de análisis y después de comprar sus medicamentos se retiró a descansar. Sabía que en un lugar tan alejado de la amazonia, jamás llegaría ni por un ápice a ser descubierto. Así que dio por sentado y hecho que era dueño de todo. Y así pasaron los días y ninguna noticia, hasta que lo llamaron y le avisaron que su esposa había fallecido a causa del disparo perdido de un cazador.
** Los jíbaros cuando ganaban una batalla reducían las cabezas de sus enemigos.