Inventos de la Nueva Era

Publicado el 14 noviembre 2011 por Luigi El Faro @LuigiElFaro

La fiebre por el cambio estaba en su máxima expresión. No importaba el ámbito, cada nación disputaba ser la propulsora de algo innovador, ya fuera a nivel económico, político, cultural, social. El ámbito era lo de menos, lo importante era mostrar algo sorprendente. Un país quiso proponer una serie de casas flotantes para inaugurar un nuevo continente que, así como la estación espacial internacional, estuviera compuesto por diferentes países y permitiera a los seres humanos habitar espacios del planeta que nunca hubieran sido explorados. Este país nórdico decía que era más viable esta idea que el construir ciudades bajo el agua. Algún país balcánico mostro una propuesta mucho menos llamativa, demostrando cómo un país de no más de 2 millones de habitantes podía cambiar sus plantas de energías y depender solamente de la energía eólica. Se sabía que todos los países del mundo había planeado y organizado, fuera del conocimiento público, todas las pruebas necesarias que permitieran el desarrollo, planificación y perfeccionamiento de las propuestas que se realizarían durante este periodo de tiempo que me toco cubrir. Dentro de estas propuestas innovadoras hubo un país que se distinguió por darle el poder a un miembro de una comunidad indígena, no a través de las elecciones, sino a través de un plebiscito. Por las condiciones sociales de marginación, pobreza y violencia que se habían vivido en la última década, se busco que cada ciudadano expresará quien pudiera ser el presidente de esa república democrática, así fue cómo, el presidente que dejaba el mandato había anulado los comicios para ese año y había dejado una puerta abierta para que, prácticamente cualquiera, pudiera ser seleccionado para ser candidato a la presidencia. Esto permitió eliminar los gastos que, cada 3 años, se le otorgaban a todos aquellos que se encargaban de realizar o participar en las elecciones. Nadie antes había hecho esto, se decía que era algo que revolucionaba el sistema democrático, otros más decían que lo perjudicaban y que hasta lo pervertían, pero al final, el pueblo, ese “demos” que crea todo tipo de “cracia”, quedo conforme con el resultado. Quizás les llamo la atención que los gastos se aplicaron inmediatamente al arte, la cultura, la educación y el deporte, en ese orden; cómo haya sido, la gente permitió que el cambio se gestará y sintió que lo habían hecho ellos mismos. Después de tanto dolor, corrupción, delincuencia, años de represión y crisis todos los habitantes de ese país percibían una atmósfera política diferente. Incluso, platicándolo con otros iguales a mí, decían que cada seis de ellos solo veían pasar un títere a las órdenes de poderes fuera de este país, pero esta vez era diferente, aunque otros más, iguales a mi decían que cada seis años era los mismo, nadie era el 2012. Cuando este nuevo presidente llego a ocupar su cargo comenzó a tratar de resolver el problema que podía representar mayor riesgo sanitario en las próximas décadas: la basura. Busco a los geólogos más importantes de su universidad nacional, también a aquellos que, sin importar su nacionalidad, habían sido reconocidos internacionalmente con el premio nobel o distinciones similares. Quería entregar su propuesta rápido y estaba dispuesto a pagar lo que fuera necesario, lo importante era mostrar la respuesta a la brevedad; finalmente, con el ahorro que implico su llegada al poder, tenía un presupuesto amplio. Cuando el planteo su idea, todos los científicos se quedaron sin poder articular palabra, no sabían si estaba bromeando o en verdad hablaba en serio y si, así era, ¡el presidente hablaba en serio!. A nadie antes, al menos hasta donde ellos podían recordar, se le había ocurrido lanzar la basura a los cráteres de los volcanes activos en nuestro planeta. No quería perder el tiempo en desarrollar teorías, estaba consciente que él no era científico, por lo que había reunido a toda esta elite. Sólo media docena de ellos quedo después de que hubiera explicado por completo su propuesta. La teoría ya la tenía, por lo que solo se avocarían a llevar a cabo cada uno de los intentos que el proponía. El primer intento era bastante rústico, decían los científicos, aunque nadie se atrevió a contradecirlo o ponerlo en duda. Cuando tuvieron la oportunidad de hablarlo, todos llegaron a la conclusión que la idea, tal y como la había expresado el presidente, se debía a sus orígenes humildes. El primer problema que tuvieron que resolver fue lograr construir las catapultas necesarias que permitieran poder elevar la basura hacía el cráter del volcán y que no afectará a las comunidades cercanas al cráter. Aunque este primer intento se intento mantener en secreto para la población hubo un inconveniente que lo impidió. Se probaron diferentes materiales para la construcción de las catapultas. Aunque la primera opción fue la madera la mayoría de los científicos optaron por materiales ultra modernos, fabricados artificialmente, pero que no dañaban el ecosistema, no contaminaban y, además, tenían un diseño orgánico, que les permitía confundirse ante cualquier tipo de paisaje montañoso. Para la “prueba de fuego”, nombre con el que se identificaba a esta operación que, por su importancia e interés mundial, estaba siendo custodiada por oficiales de todos los niveles, tanto nacionales como extranjeros, se decidió usar materiales de desechos reales. Por lo que se dispuso de verdaderas toneladas de basura para la prueba. Previamente se considero usar cualquier otro tipo de material pero, tomando en cuenta que la basura, por sus características, no tiene forma definida, se decidió acomodarla a manera de pacas comprimidas. De esta manera se comenzaron las pruebas. En el primer intento las toneladas de basura que se habían usado como prueba infalible cayeron fuera de su objetivo. Una de ellas, la más grande y pesada, lanzada a 10 km del cráter, cayó en un campo abierto, afortunadamente fue en una zona que ya no tenía árboles, gracias a la deforestación, pero la segunda paca, aquella que fue lanzada a 12 km del cráter, no tuvo la misma suerte. La paca utilizada no estaba comprimida completamente y, gracias al impulso, se comenzó a deshacer en el aire, cayendo en un poblado cercano al cráter. La lluvia de basura tomo desprevenidos a los habitantes de San Goyo del volcán, la comunidad donde ocurrió el inexplicable accidente. Por la altura, lo más difícil de limpiar fue el campanario de la iglesia, afortunadamente, ninguna persona salió lastimada. La comunidad entera fue recompensada dándoles trabajo temporal, no solo pagándoles con recursos del erario la limpieza de su pueblo, se les prometió darles trabajo una vez que se hubiera encontrado al método adecuado con el cual la idea de poner la basura en el volcán fuera viable y funcional. Por este accidente, las pruebas del proyecto se dieron a conocer en la prensa local y nacional. Los científicos deslindaban su responsabilidad adjudicándola a la fabricación de las maquinarias o a la operación de las mismas. Decepcionado del primer resultado, el presidente decidió hacer público el proyecto y permitir que fueran los ciudadanos los que aportarán ideas para su realización. El segundo intento de llevarlo a cabo se enfoco en la utilización de camiones de volteo que se encargaron de llevar la basura hasta el cráter y depositarla en su interior. Todo funciono bien, la prueba se realizo en tres de los más importantes volcanes del país, gracias a la adecuación de los motores para mantener el paso firme de los camiones y usando llantas modificadas para sostenerse en terrenos escarpados, al menos así fue las primeras 5 horas. Con el paso de las horas, muchas de las pendientes hacía los cráteres comenzaron a hacerse más débiles, lo que provoco es que, al menos dos de los camiones terminaran en el interior de los volcanes. Las familias de los trabajadores que habían fallecido fueron pensionadas de manera vitalicia por el gobierno, pues quienes fallecieron recibieron la distinción de ser considerados mártires del progreso ecológico, no solo del país, sino de la humanidad entera. Al desecharse esta segunda propuesta se pusieron en práctica al menos otras 3 teorías más, hasta que por fin un empresario nacional llego no solo con la solución, sino con toda la estructura necesaria para que dicha propuesta pudiera comenzar a funcionar de manera inmediata. Gracias al reconocimiento e importancia que este hombre de negocios tenía a nivel internacional, logro adquirir una flota de más de 50 helicópteros militares modificados para cargar con varias  toneladas de basura cada uno. Se encontraban equipados para resistir grandes alturas para sobrepasar volando por encima de los cráteres de los volcanes y dejar caer su contenido sin que esto perjudicara la maquinaría ni al personal a bordo. Este empresario, a través de una de sus fundaciones de caridad, hizo contratar a científicos especializados que indicaran el momento exacto en que la basura se lanzará al cráter para que no se repitiera el suceso de San Goyo del Volcán, y es que, no mucha gente lo sabía, pero no bastaba con que se pasara exactamente por encima del cráter para dejar caer su contenido, según las condiciones del viento o del clima tenía que lanzarse poco después de haberse rebasado, por aire, los límites del cráter o poco después de haber comenzado a cursar su superficie. El apoyo de este importante empresario de las telecomunicaciones fue la clave para que el proyecto del nuevo presidente culminara en un éxito. Pese a ello, el nunca permitió que su nombre apareciera relacionado con dicho plan, aunque los logotipos de las diferentes compañías de las que era dueño se encontraban en toda la maquinaria de la empresa que realizaba esta labor, la cual, por cierto, estaba administrada por una de sus fundaciones. Cada vez que en una entrevista le preguntaban acerca de su relación con dicho plan él la negaba, decía que solamente había ayudado a conseguir el material que el gobierno necesitaba y que de ninguna manera había apoyado más allá de sus contactos para apoyar y darle legitimidad internacional al nuevo mandatario de su país. Su discurso, casi siempre decía lo mismo: -“En estos momentos en que la situación social internacional se encuentra tan inestable, requerimos de un liderazgo fuerte y acorde a la nueva era que hemos comenzado a vivir y este país requiere toda la ayuda posible”-. Dicen que tuvieron que pasar varios años más para que se supiera cual había sido el papel que dicho empresario jugará en la época del país que me toco velar. No puedo decir con precisión cuanto tiempo paso, fueron tantos años que, cuando salió a la luz la verdad, de mi ya nadie hablaba. La idea de lanzar la basura a los cráteres de los volcanes resulto muy original y redituable para ese país, otros países replicaron la idea, aquellos que en su territorio no contaban con un volcán podían exportar su basura, ya fuera por barco o en avión, a los países más cercanos que si los tuvieran. Se crearon aerolíneas especiales para esta labor, con motores que usaban combustible ecológico, desde luego y embarcaciones que eran impulsadas por robots cuyo desempeño dependía de que se recargaran sus baterías a través de celdas solares (invento creado por un grupo de ingenieros de diferentes países sudamericanos) Hasta donde se hablo de mi, la idea se mantuvo presente, dudo mucho que haya surgido algo tan innovador y tan hermoso. Incluso supe que se convirtió en un atractivo eco-turístico por el espectáculo que descubrieron que se llevaba a cabo. Nadie podía o quería decir si esto traería daños a la atmósfera, ya que, durante las noches, por encima de los cráteres se podían ver algunos humos de vapor que, combinados con la oscuridad de la noche, creaban un juego de luces muy similar a las auroras boreales, espectáculo que podía disfrutarse plenamente a más de 20 km de los cráteres.  Hoy, a una distancia mucho mayor, una que corresponde a varios años, sigo disfrutando de las bellezas de esos colores y la alegría que dicha idea trajo a millones de personas.