Quiero un invierno contigo.
Quiero eso de manta y de sofá, de perdernos en caricias que acercan suspiros y matan el frío, quizás una taza de café ardiendo entre nuestros dedos, cerrar los ojos y dejar que entre por nuestra garganta y sentir el calor del amargo negro.
Quiero eso, un invierno contigo.
Quiero escuchar llover, o ver nevar, no importa, me da igual. Y que tal vez nos pille por sorpresa fuera de casa y volvamos empapados, que encendamos rápido un fuego y nos sentemos ante él a observarlo, en silencio, que crepite al compás de los latidos y nos perdamos en ellos, entre besos y abrazos, entre miradas y mordiscos que dicen todo.
Quiero que al llegar la medianoche lleguen las tormentas que afloran deseos y se llevan las penas, y que luego nos tapemos con mil mantas hasta quedarnos dormidos o hasta que el amor nos deje agotados, despertarnos en mitad de la noche y sentir el frío y el calor al mismo tiempo, retorcernos y estirarnos al mismo tiempo, acurrucarnos para que no vuelva a pasar.
Quiero un invierno contigo.
De esos de manta y sofá.
De chocolate caliente para desayunar.
De lluvia y nieve, de frío que pierde los sentidos.
De ti.
Quiero un invierno contigo e iré a buscarte hasta el fin del mundo, porque un invierno es frío y frío hace en cualquier parte, pero en cualquier parte no estás tú y si no estás tú no puede ser invierno.
Y me da igual el invierno si no es contigo.
Y en realidad, me da igual todo si no es contigo.
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