-El humor, la ironía, el sarcasmo, la acidez en el lenguaje. Joder, tía, me siento un paria, un marginado entre la gente que no practica esto.
-Résignate, machote, somos escritores que buscamos llegar a un lector especial como nosotros. Ese que entiende el sarcasmo, el que no te atiza con un bate en el coco si hablas de bipolaridad, obesidad mórbida, filias y fobias sin la dignidad que se merecen.
-Que ellos dicen que se merecen porque no entienden la ironía con la que se escribe desde el mayor de los respetos. La ironía es para inteligentes.
-¿Me estás llamando imbécil?
-No, mujer, hablaba de ironía.
-Ya salió el machito, queriendo darme a entender que yo lo confundo todo.
-A ver, cielo, que yo solo decía que...
-¿"Cielo"? Ves, ya no me tratas como persona, ya me tratas con condescendencia. Te sientes superior. De aquí al maltrato va un paso.
-A ver, a ver, por partes, que yo no quise...
-¡Has caído, tontaina! Estaba bromeando.
-¡Qué zorrón eres! Desde el cariño te lo digo.