Me crié con mi abuela, a la que llamé desde siempre "mamá". A mi verdadera madre, la biológica, recuerdo que desde bien pequeña, cada vez que tenía que hablar con ella, yo buscaba angustiosamente la manera de empezar la frase cuando iba a decirle algo, sin necesidad de decir "mamá".
Porque sentía que "mamá", ya tenia una a quien se lo decía, mi abuela, aunque en realidad fuera ella mi verdadera madre.
¡Y me costaba lo mio modificar las frases siendo tan pequeña!!
Pero sabia que ella, mi madre biológica, se sentiría mal si no la llamaba "mamá" y a veces era una tortura el tener que mantener una conversación con ella, sólo por ese hecho.
Ahora me doy cuenta de la enorme capacidad que yo tenía para evitar que mi madre pasara un mal rato.
También tenía la "paranoia", cuando venían mis padres a verme, de vez en cuando, una vez al año o cada dos años, de que me iban a secuestrar en el recorrido hasta el colegio. Absurdo, claro, ya lo se. Todo era influencias de lo que oía continuamente en casa, exageradas por mi miedo infantil.
Ellos, pobres, lo hacían con toda la ilusión del mundo y ni se imaginaban que yo estaba muerta de miedo. Pero en mi mente de niña, eran tantos los comentarios que oía acerca de ellos, tan negativas muchas de las opiniones hacia ellos, ¡que me hicieron coger pánico a mis propios padres!
Pero yo nunca dije nada, siempre me lo callé, porqué también pensaba que a los pobres les sentaría fatal que su propia hija pensara eso.
Después, con los años, con todos los miramientos que he tenido con muchas personas a lo largo de mi vida desde muy niña, me he encontrado situaciones de lo mas desagradables e injustas.
Lo mas absurdo es que han provenido de personas que ni conocía.
Cuando mi primera hija contaba con un año y medio, mi abuela/madre enfermó y puesto que estábamos las tres solas en ese momento, tuve que acercarme al hospital a hablar con su especialista. Tuve que llevarme a mi hija, mi abuela no estaba en condiciones de hacerle de canguro.
En el ascensor del hospital un antipático hombre me dijo "que a quien se le ocurría traer un niño a un hospital". A lo que yo respondí, muy dolida, que si prefería que la dejara sola en casa.
A ver, ¿quien demonios era él para opinar sobre si me llevo a la niña o no? ¡Si no me conoces de nada imbécil!
Otra chica con un niño en un centro comercial, subiendo las dos por la escalera mecánica, ella con su niño en el carro y yo con mi niña en el suyo. Mi hija tenia dos años, y vio al otro niño y le dio una palmada en el brazo al otro riéndose los dos, para jugar. A lo que la mujer, histérica, me dijo que a ver si controlaba a mi hija, que era una futura maltratadora. ¡Increíble!!! Me quede alucinando. Yo acababa de vivir la experiencia de los malos tratos por parte del que era el padre biológico de mi hija y sólo acerté a responderle que "ojala no tuviera que saber nunca lo que eran los malos tratos de verdad".
Este tipo de gentuza, de individuos, parece que disfrutan atacando. Parece, como he dicho a veces, que huelen a las personas débiles y se divierten humillándolas delante de todo el mundo.
A veces no se ni como he tenido tanta paciencia, porque me llega a pillar cinco años antes de cuando pasó, que no quiero ni pensar la que les hubiera liado.