Parecía que, siguiendo recomendaciones de Génova 13, Gallardón iba a pasar por alto el famoso exabrupto del "hijoputa" pronunciado por Aguirre ante un micrófono indiscreto, pero no ha sido así. "Ni un ataque sin respuesta" debe haber pensado el alcalde de Madrid, a tono con la tradicional forma de reaccionar de su fiel escudero Manuel Cobo, más vehemente siempre que Gallardón. La presidenta no quiso atizar el fuego ayer, aunque ya le devolverá el golpe tan pronto como pueda. Al tiempo.
El reconocimiento de Gallardón de que mantiene una "distancia personal" con Aguirre y de que se haya dado por ofendido con el insulto del "hijoputa" viene a certificar que sigue trabajando con ella por mera cortesía institucional, aunque no con confianza porque "la confianza es un sentimiento personal". Con compañeros de partido así ¿quién necesita rivales? Dios los cría y ellos se desjuntan.