Pues tras el acertado análisis de Ana sobre la conveniencia de que los gestores de las entidades públicas sean profesionales del sector que tienen que organizar, o profesionales de la gestión en si misma, da igual el campo que sea (sanidad, agricultura, defensa…) ya no que pensar.
Como comenta Dessjuest lo ideal sería una mezcla de ambas habilidades. Para gestionar eficientemente cualquier entidad, ya sea una empresa pública o privada hay que resolver multitud de problemas administrativos, organizativos y contables, por lo que creo necesario tener unos mínimos conocimientos en esas áreas, o por lo menos capacidad para desarrollarlas.
Tengo una amiga médica que es directora de un empresa privada dedicada a la sanidad y hace años que no usa el fonendoscopio a menos que quiera jugar a médicos con su marido, eso si, vive rodeada de presupuestos, objetivos trimestrales, semestrales y anuales, gastos y previsiones, pero es médico, y aunque ha tenido que adaptarse específicamente a la parte administrativa de su trabajo se mueve con comodidad en ese ámbito, porque conoce el lenguaje, las enfermedades, a los profesionales, sus problemas y sus limitaciones.
Ese debería ser el equilibrio ideal para un gestor, y ya sé que para eso están los asesores, y los secretarios generales, y todos esos cargos que quizás nos pudiéramos ahorrar si los cabezas de cartel estuvieran mejor preparados.
Pero ahora mi pregunta es, ¿y que pasa si el gestor lo hace mal? Y no hablo de equivocarse y salirse del presupuesto no, hablo de despilfarrar cientos de miles, cuando no millones, dejar pueblos, ciudades, comunidades o países al borde de la ruina económica y sin recursos. ¿No hay responsabilidad?
Los ayuntamientos, diputaciones y gobiernos centrales cambian de gobierno y se encuentran con verdaderas pifias, facturas escondidas en los cajones, cuentas falseadas, arcas vaciadas y pocas veces escuchamos sentencias condenatorias, aparte de la famosa “herencia recibida” pocas veces se remueven esas actuaciones que sin ser directamente delito han arruinado a más de un municipio por una gestión negligente, oportunista y tremendamente nefasta.
Las multimillonarias pérdidas de Canal 9 por ejemplo. Una televisión pública que se manejó al más viejo estilo nepotista y manipulador hasta que el agujero fue tan grande que ni siquiera los que la utilizaban para fines partidistas podían sostenerla. ¿Alguien se hará responsable de que los valencianos tengamos que pagar 1.062 millones de euros por culpa de la mala gestión económica y política de determinadas personas? Mientras tanto en mi barrio el agujero donde se iba a ubicar el polideportivo que tanta falta hace lleva cuatro años abierto y las obras paralizadas por falta de presupuesto, el instituto de mis hijos sin Salón de Actos donde poder disfrutar de los conciertos que organiza un estupendo y motivado profesor de música, el colegio donde iban mis hijos a punto de perder una línea de Infantil por falta de presupuesto y con los lavabos eternamente embozados e inundados…
Responsabilidad. Es lo que deberían tener las personas a quien confiamos nuestros recursos (cada vez más escasos por su culpa, por cierto), y si no la tienen, habrá que exigirla.